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Jeremías 44:7 - Biblia Torres Amat 1825

7 Ahora, pues, esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¿Por qué motivo hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, acarreando la muerte a hombres, y a mujeres, y a los párvulos, y a los niños de pecho que hay en Judá, de tal suerte que no quede nadie de vosotros,

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Biblia Reina Valera 1960

7 Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 »Ahora, el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, les pregunta: ¿por qué se destruyen ustedes mismos? Pues ninguno de ustedes sobrevivirá: ningún hombre, mujer o niño de entre ustedes que haya venido aquí desde Judá, ni siquiera los bebés que llevan en brazos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Y ahora, Yavé, Dios de los Ejércitos, Dios de Israel, les pregunta: '¿Por qué se hacen tanto mal ustedes mismos? Ustedes van a hacer que se acaben los hombres, las mujeres y los niños de la raza de Judá, hasta que no quede nadie,

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y ahora, dice YHVH Sebaot, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis vosotros un mal tan grande contra vuestras propias almas, para cortar de los vuestros a hombres y mujeres, jóvenes y niños de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Ahora, así dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Dios de Israel: '¿Por qué os hacéis tan grave daño a vosotros mismos, exterminando de en medio de Judá a hombres y mujeres, a niños y lactantes, de forma que no os quede ni un resto,

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Jeremías 44:7
28 Referans Kwoze  

Las asechanzas que arman los impíos, se convierten también a veces contra su propia vida, y sus maquinaciones y engaños sirven para perderse a sí mismos.


Quien desecha la instrucción, menosprecia su propia alma; pero el que se somete a las correcciones se enseñorea de su corazón.


El impío será presa de sus mismas iniquidades, y quedará enredado en los lazos de su pecado.


Mas quien pecare contra mí, dañará a su propia alma. Todos los que me aborrecen a mí, aman la muerte.


y no queráis ir en pos de dioses ajenos para adorarlos y servirlos; ni me provoquéis a ira con las obras de vuestras manos, y yo no os enviaré aflicciones.


Pero vosotros, dice el Señor, no me habéis escuchado; antes me habéis irritado con vuestras fechorías para vuestro propio daño.


¿Fue por ventura Miqueas condenado a muerte por Ezequías , rey de Judá, y todo su pueblo? Al contrario ¿no temieron ellos al Señor e imploraron su clemencia, y el Señor se arrepintió o desistió de enviarles el castigo con que les había amenazado? Luego nosotros cometeríamos un gran pecado en daño de nuestras almas.


Aquel culto afrentoso consumió desde nuestra mocedad los sudores de nuestros padres, sus rebaños y sus vacadas, sus hijos y sus hijas.


Dijo, pues, Jeremías a Sedecías: Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Si te sales de Jerusalén , y te pones en manos de los príncipes o generales del rey de Babilonia, salvarás tu vida, y esta ciudad no será entregada a las llamas, y te pondrás a salvo tú y tu familia.


que os habéis engañado a vosotros mismos, pues me habéis enviado a hablar al Señor Dios nuestro, diciendo: Ruega por nosotros al Señor Dios nuestro, y todo aquello que te dirá el Señor Dios nuestro anúncianoslo del mismo modo, y lo practicaremos.


No habrá nadie que se escape; y del resto de los judíos que viven peregrinando en la tierra de Egipto, no habrá ninguno que vuelva a la tierra de Judá, a la cual tanto suspiran ellos volver para habitarla; no volverán a ella sino aquellos que huyan de Egipto.


provocándome con los ídolos, obra de vuestras manos, sacrificando a los dioses ajenos en tierra de Egipto, a donde habéis venido a habitar, para perecer infelizmente, y ser la maldición y el oprobio de todas las gentes en la tierra?


Por medio de ti acabaré con hombres y mujeres; por medio de ti acabaré con viejos y niños; y acabaré por tu medio con los jóvenes y doncellas.


Pero, ¿es acaso a mí, dice el Señor, a quien irritan ellos, y perjudican? ¿No es más bien a sí mismos a quien hacen daño, cubriéndose así de ignominia?


Pues la muerte ha subido por nuestras ventanas, se ha entrado en nuestras casas, y ha hecho tal estrago, que ya no se verán niños ni jóvenes por las calles y plazas.


Se cegaron mis ojos de tanto llorar; se estremecieron mis entrañas, se derramó en tierra mi corazón al ver el quebranto de la hija del pueblo mío, cuando los pequeñuelos y niños de pecho desfallecían de hambre en las plazas de la ciudad.


Tú Señor, has convidado como a una gran fiesta a esa nación enemiga, para que me aterrase por todos lados; y en aquel día de tu furor no hubo nadie que pudiese escapar y salvarse; a aquellos que yo crié y alimenté los hizo perecer el enemigo mío.


Pero diles a ésos: Yo juro, dice el Señor Dios, que no quiero la muerte del impío, sino que se convierta de su mal proceder y viva. Convertíos, convertíos de vuestros perversos caminos; ¿y por qué habéis de morir, oh vosotros los de la casa de Israel?


Matad al anciano, al jovencito, y a la doncella, y a los niños, y a las mujeres, hasta que no quede nadie; pero no matéis a ninguno en quien viereis la Tau; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, por aquellos ancianos que estaban delante del templo.


No parece sino que has ido trazando la ruina de tu casa; has asolado muchos pueblos, y tu alma delinquió.


con la muerte de los pecadores; y que los reduzca a planchas, las cuales clave en el altar, por haberse ofrecido en ellos incienso al Señor, y quedar a él consagrados; a fin de que los hijos de Israel las miren como una señal y recuerdo.


Por fuera los desolará la espada y dentro de sus casas el pavor y espanto: el joven y la doncella, el niño que aún mama y el anciano, todos serán exterminados.


y pasaron a cuchillo a todos cuantos había en ella, hombres y mujeres, niños y viejos: matando hasta lo bueyes y las ovejas, y los asnos.


Y habéis de ejecutarlo de modo que, matando a todos los varones y a las mujeres casadas, dejéis con vida a las doncellas.


Ve, pues, ahora y destroza a Amalec, y arrasa cuanto tiene; no le perdones, ni codicies nada de sus bienes, sino mátalo todo, hombres y mujeres, muchachos y niños de pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos.


Entonces dijo el rey a Doeg: Embiste tú, y arrójate sobre los sacerdotes. Y embistiendo Doeg, idumeo, se arrojó sobre los sacerdotes, matando en aquel día ochenta y cinco varones que vestían el efod de lino.


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