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Jeremías 37:13 - Biblia Torres Amat 1825

13 Y así que llegó a la puerta llamada de Benjamín, el que estaba por turno haciendo la guardia de la puerta, el cual se llamaba Jerías, hijo de Selemías, hijo de Hananías, asió al profeta Jeremías, diciendo: Tú huyes a los caldeos.

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Biblia Reina Valera 1960

13 Y cuando fue a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán que se llamaba Irías hijo de Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: Tú te pasas a los caldeos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Sin embargo, cuando atravesaba la puerta de Benjamín un guardia lo arrestó y le dijo: —¡Estás desertando para unirte a los babilonios! El guardia que lo arrestó era Irías, hijo de Selemías y nieto de Hananías.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Pero al pasar la puerta de la ciudad que lleva a Benjamín, el vigilante Jerías, hijo de Selemías, detuvo al profeta diciendo: 'Tú te pasas a los caldeos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero cuando llegó a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán llamado Irías ben Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: ¡Te pasas a los caldeos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Al llegar a la puerta de Benjamín, se encontró allí con un jefe de la guardia, llamado Yirías, hijo de Selemías, hijo de Jananías, que prendió al profeta Jeremías, exclamando: '¡Conque te pasas a los caldeos!'.

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Jeremías 37:13
20 Referans Kwoze  

Mas ellos dijeron entonces: Venid y tratemos seriamente de obrar contra Jeremías, porque a pesar de lo que él predice, no nos faltará la explicación de la ley de boca del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni la palabra del profeta. Venid, pues, atravesémosle con los dardos de nuestra lengua, y no hagamos caso de ninguna de sus palabras.


El hecho es que oí las maldiciones de muchos, y el terror se apoderó de mí por todos lados: Perseguidle, persigámosle, oí que decían todos aquellos mismos que vivían en paz conmigo, y estaban a mi lado; observemos si comete alguna falta; que en tal caso, prevaleceremos contra él y tomaremos de él venganza.


E irritado Fasur hirió al profeta Jeremías, y lo puso en el cepo, que estaba en la puerta superior de Benjamín, en la casa del Señor.


El que se quede en esta ciudad, perecerá al filo de la espada, o de hambre, o de peste; mas aquel que salga y se entregue a los caldeos que os tienen sitiados, salvará la vida y tendrá esto por una ganancia.


Al presente, pues, he puesto todos estos países en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, ministro mío; y le he dado también las bestias del campo para que le sirvan.


Porque esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo voy a poner un yugo de hierro sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en efecto, a él estarán sujetas; hasta las bestias de la tierra he puesto a su disposición.


pasó al palacio del rey, al despacho del secretario, donde se hallaban sentados todos los príncipes o magnates, a saber: Elisama, secretario, y Dalaías, hijo de Semeías, y Elnatán, hijo de Acobor, y Gamarías, hijo de Safán, y Sedecías, hijo de Hananías, y en suma, todos los príncipes o jefes.


Pero Safatías, hijo de Matán, y Gedelías, hijo de Fasur, y Jucal, hijo de Selemías, y Fasur, hijo de Melquías, habían oído las palabras que Jeremías predicaba a todo el pueblo diciendo:


Entonces dijeron los príncipes al rey: Te pedimos que sea condenado a muerte ese hombre; porque él procura de intento que desmayen los brazos de los valientes, y el esfuerzo de los guerreros que han quedado en esta ciudad, y de todo el pueblo, con aquellas palabras que dice. Pues está visto que ese hombre no procura el bien sino el mal de este pueblo.


Y Abdemelec, eunuco etíope que estaba en el palacio del rey, supo que habían echado a Jeremías en la cisterna. Se hallaba el rey a la sazón sentado en la puerta de Benjamín.


Al andar por nuestras calles hallaban tropiezos nuestros pies; se acercó nuestro fin; se completaron nuestros días, pues ha llegado nuestro término.


Con esto Amasías, sacerdote de los ídolos de Betel, envió a decir a Jeroboam, rey de Israel, lo siguiente: Amós levanta una rebelión contra ti en medio del pueblo de Israel, la gente no puede sufrir todas las cosas que dice.


Y la tierra de Judá volverá a ser habitada hasta el desierto, desde el collado de Remmon hasta el mediodía de Jerusalén ; y será ensalzada, y será habitada en su sitio, desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, y hasta la puerta de los ángulos; y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey.


Y comenzaron a acusarlo, diciendo: A éste le hemos hallado pervirtiendo a nuestra nación, y prohibiendo pagar los tributos a César, y diciendo que él es el Cristo o el ungido rey de Israel.


o en la ciudad; ni pueden alegarte prueba de cuantas cosas me acusan ahora.


Entonces sobornaron a algunos que dijesen haberlo oído proferir blasfemias contra Moisés y contra Dios.


en medio de honras y deshonras, de infamia, y de buena fama; tenidos por embaucadores o impostores, siendo verídicos; por desconocidos, aunque muy conocidos;


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