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Jeremías 32:10 - Biblia Torres Amat 1825

10 e hice una escritura de contrato, y la sellé o firmé en presencia de testigos, y pesé la plata en la balanza.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Firmé y sellé la escritura de compra delante de testigos, pesé la plata y le pagué.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Después hice la escritura de compra y la sellé, busqué unos testigos y pesé la plata en una balanza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y escribí el contrato, lo sellé, lo hice certificar con testigos, y le pesé el dinero en balanza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Escribí el documento, lo sellé, requerí testigos y pesé el dinero en la balanza.

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Jeremías 32:10
23 Referans Kwoze  

Abrahán, oído esto, hizo pesar el dinero determinado por Efrón, a presencia de los hijos de Het, es a saber, cuatrocientos siclos de plata de buena moneda corriente.


Y los hijos de Het confirmaron a Abrahán el dominio del campo y de la cueva que en él había, para que le sirviese de sepultura.


Tú tienes sellados y guardados como en una arquilla mis delitos; pero has curado ya mi iniquidad.


Las muchas aguas no han podido extinguir el amor, ni los ríos podrán sofocarlo. Aunque un hombre en recompensa de este amor dé todo el caudal de su casa, lo tendrá por nada.


Porque éste es un pueblo que me provoca a ira, y ellos son hijos infieles, hijos que no quieren escuchar la ley de Dios;


Esto es lo que dice el Señor, rey de Israel y su redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero y yo el último, y fuera de mí no hay otro dios.


Y di esta escritura de compra a Baruc, hijo de Neri, hijo de Maasías, en presencia de Hanameel, mi primo hermano, delante de los testigos citados en la escritura de compra, y a vista de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.


¡Y tú, oh Señor Dios, no obstante me dices a mí: Compra un campo a dinero contante, en presencia de testigos, siendo así que la ciudad va a ser entregada en poder de los caldeos!


Se comprarán por su dinero los campos, se formarán escrituras de contrato, se imprimirá en ellas el sello, y asistirán los testigos, en la tierra de Benjamín, y en el territorio de Jerusalén , y en las ciudades de Judá, y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de las llanuras, y en las ciudades que están al mediodía; puesto que yo pondré fin a su cautiverio, dice el Señor.


Y es verdadera esta explicación de la visión, y tendrá cumplimiento entre la tarde y la mañana del último día. Sella tú, pues, o guarda la visión, que ella se verificará pasados muchos años.


Con eso, yendo allá aseguraron bien el sepulcro, sellando la piedra y poniendo guardias.


Mas quien ha adherido a lo que él atestigua, testifica con su fe que Dios es verídico.


Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la vida eterna, el cual os lo dará el Hijo del hombre, pues en éste imprimió su sello o imagen el Padre, que es Dios.


El que así mismo nos ha marcado con su sello, y que por arras de los bienes que nos ha prometido, nos da el Espíritu Santo en nuestros corazones.


En él habéis esperado también vosotros los gentiles, luego que habéis oído la palabra de la verdad (el evangelio de vuestra salud) y en quien habiendo así mismo creído, recibisteis el sello del Espíritu Santo que estaba prometido,


Y no queráis entristece con vuestros pecados al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.


¿Y acaso no tengo yo reservado todo esto, dice el Señor, acá en mis adentros, y sellado en mis tesoros para el debido castigo?


Con esto partieron, y habiéndola reconocido la dividieron en siete partes, que las describieron en un libro o cuaderno, y se volvieron a Josué en el campamento de Silo.


diciendo: No hagáis mal a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta tanto que pongamos la señal en la frente a los siervos de nuestro Dios.


Y se les encargó, no que los matasen, sino que los atormentasen por cinco meses; y el tormento que causan, es como el que causa el escorpión, cuando hiere a un hombre.


Fue, pues, Booz a las puertas o juzgado de la ciudad, y se sento allí y viendo pasar a aquel pariente de quien se habló arriba, le llamó por su nombre, y le dijo: Llégate por un momento y siéntate aquí. Llegó él, y se sentó.


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