5 y no creyereis en las palabras de mis siervos los profetas que yo con tanta solicitud os envié, y dirigí a vosotros, y a quienes no habéis dado crédito,
5 obedeciendo las palabras de mis siervos los profetas que vengo enviando a vosotros desde muy temprano e incesantemente, sin que las hayáis escuchado,
Sobre lo cual no cesó el Señor de amonestarlos, así en Israel como en Judá, por medio de todos los profetas y videntes diciendo: Convertíos de vuestras pésimas costumbres, observad mis preceptos y ceremonias, conforme a todas las leyes que promulgué a vuestros padres, y como os lo he enviado a decir por medio de mis siervos, los profetas.
Hasta tanto que el Señor arrojó de su presencia a Israel, como lo tenía predicho por medio de todos los profetas, sus siervos. Y fue Israel transportado de su tierra a la Asiria, en donde se halla hasta hoy día.
Entonces el Señor envió contra él cuadrillas de tropa ligera de caldeos, cuadrillas de siros, y cuadrillas de moabitas, y cuadrillas de amonitas; a los cuales envió contra Judá, a fin de destruirlo, conforme lo había predicho el Señor por boca de sus siervos los profetas.
Y exterminarás la casa de Acab, tu señor, y yo tomaré venganza de la sangre de mis siervos, los profetas, y de la sangre de todos los siervos del Señor, derramada por Jezabel.
ordenados por medio de tus siervos los profetas, diciéndonos: La tierra en cuya posesión vais a entrar, es una tierra inmunda (como son inmundos los otros pueblos y demás países), por causa de los ídolos, que la han inundado de un cabo a otro;
porque yo he estado conjurando fuertemente a vuestros padres desde el día en que los saqué de Egipto hasta el presente, amonestándoles y diciéndoles continuamente: Escuchad mi voz.
por cuanto, dice el Señor, no quisieron dar oídos a mis palabras que les he hecho anunciar por la boca de mis siervos los profetas, enviándoselos oportunamente con anticipación. Mas vosotros no quisisteis obedecer, dice el Señor.
y volvieron hacia mí sus espaldas y no su cara, cuando yo desde la mañana los instruía y los avisaba, no queriendo ellos escuchar ni recibir la corrección;
Pues os he enviado todos mis siervos los profetas de antemano y con mucha solicitud, y os envié a decir por su boca: Conviértase cada uno de vosotros de su pésima vida, y rectificad vuestros afectos, y no andéis tras los dioses ajenos, ni les deis culto; y así habitaréis en la tierra que yo di a vosotros y a vuestros padres; pero vosotros no habéis querido obedecerme ni escucharme.
Por tanto, esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo voy a descargar sobre Judá, y sobre todos los habitantes de Jerusalén , todas las tribulaciones con que les he amenazado; puesto que yo les he hablado, y no han querido escucharme; los he llamado, y no han querido responderme.
Ahora bien, por cuanto habéis hecho todas estas fechorías, dice el Señor, y en vista de que yo os he predicado, y os he avisado con tiempo y exhortado, y vosotros no me habéis escuchado; y que os he llamado, y no me habéis respondido,
desde el día mismo en que salieron sus padres de la tierra de Egipto, hasta el día de hoy. Y yo os envié a vosotros todos mis siervos los profetas; cada día me daba prisa a enviarlos.
Esto dice el Señor Dios: Tú eres, pues, aquel de quien hablé yo antiguamente por medio de mis siervos los profetas de Israel, los cuales en aquellos tiempos profetizaron que yo te traería contra ellos.
Pues las palabras mías y los decretos míos, comunicados a mis siervos los profetas, ¿por ventura no alcanzaron a vuestros padres? Ellos se convirtieron y dijeron: El Señor de los ejércitos ha hecho con nosotros aquello mismo que pensó hacer en vista de nuestras obras y de nuestros procederes.
Y oí la voz del cielo que hablaba otra vez conmigo, y decía: Anda, y toma el libro abierto de la mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra.
Entonces se abrió el templo de Dios en el cielo, y fue vista el Arca de su testamento en su templo, y se formaron rayos, y voces, y truenos, y terremoto, y pedrisco espantoso.