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Jeremías 20:9 - Biblia Torres Amat 1825

9 Y así dije para conmigo: No volveré más a hacer mención de ella, y no hablaré más en nombre del Señor. Pero luego sentí en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado dentro de mis huesos, y desfallecí, no teniendo fuerzas para aguantarlo.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Sin embargo, si digo que nunca mencionaré al Señor o que nunca más hablaré en su nombre, su palabra arde en mi corazón como fuego. ¡Es como fuego en mis huesos! ¡Estoy agotado tratando de contenerla! ¡No puedo hacerlo!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Por eso, decidí no recordar más a Yavé, ni hablar más en su nombre, pero sentía en mí algo así como un fuego ardiente aprisionado en mis huesos, y aunque yo trataba de apagarlo, no podía.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y si digo: No me acordaré más de Él, Ni hablaré más en su Nombre, Siento en mi corazón un fuego abrasador, Encerrado en mis huesos, Que me esfuerzo en contener, pero no puedo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Pensé: 'No me acordaré más de él, no hablaré más en su nombre'. Pero había en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos; me esforzaba en contenerlo, pero no podía.

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Jeremías 20:9
21 Referans Kwoze  

Sentí que se inflamaba mi corazón; y en mi meditación se encendían llamas de fuego.


¿No es así que mis palabras son como fuego, dice el Señor, y como martillo que quebranta las peñas?


En orden a los falsos profetas, mi corazón, dijo Jeremías, se despedaza en medio de mi pecho, desencajados tengo todos mis huesos; me hallo como un ebrio, como un hombre tomado del vino, al considerar el enojo del Señor y a vista de sus santas palabras.


¡Ay!, mis entrañas, las entrañas mías se han conmovido de dolor y congoja; todos los interiores afectos de mi corazón están en desorden; no puedo callar cuando ha oído ya mi alma el sonido de la trompeta, el grito de la batalla.


Por lo cual estoy lleno del furor del Señor: Me cansé de sufrir: Derrámale fuera, me dijo a mí mismo, sobre los niños, y también en las reuniones de los jóvenes; porque preso será el marido con la mujer, el anciano con el decrépito.


Y me reanimó el espíritu, y me tomó, e iba yo lleno de amargura e indignación de ánimo; pero estaba conmigo la mano del Señor que me confortaba.


Y me dijo: Hijo de hombre, con este volumen que yo te doy tu vientre se alimentará, y se llenarán tus entrañas. Lo comí, pues, y mi paladar lo halló dulce como la miel.


Ruge el león de Judá: ¿Quién no temerá? El Señor Dios ha hablado, ¿quién se retraerá de profetizar?


Anda y ve luego a Nínive, ciudad grande y predica en ella, porque el clamor de sus maldades ha subido hasta mi presencia.


Jonás tomó el camino de Tarsis, huyendo del servicio del Señor; y así que llegó a Joppe halló una nave que se hacía a la vela para Tarsis; pagó su flete, y entró en ella con los demás para aportar a Tarsis, huyendo del servicio del Señor.


Le respondió Jesús : Ninguno que después de haber puesto mano en el arado vuelve los ojos atrás, es apto para el reino de Dios.


Mientras que Pablo los estaba aguardando en Atenas, se consumía interiormente su espíritu, considerando aquella ciudad entregada toda a la idolatría.


Mas cuando Silas y Timoteo hubieron llegado de Macedonia, Pablo se aplicaba aún con más ardor a la predicación, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo .


porque nosotros no podemos menos de hablar lo que hemos visto y oído.


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