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Jeremías 20:5 - Biblia Torres Amat 1825

5 Y todas las riquezas de esta ciudad, y todas sus labores, y cuanto haya de precioso, y los tesoros todos de los reyes de Judá los entregaré en manos de sus enemigos; los cuales los robarán, y cargarán con ellos, y las conducirán a Babilonia.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Entregaré asimismo toda la riqueza de esta ciudad, todo su trabajo y todas sus cosas preciosas; y daré todos los tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán y los llevarán a Babilonia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 y dejaré que tus enemigos saqueen a Jerusalén. Todos los tesoros famosos de la ciudad —las joyas preciosas, el oro y la plata de tus reyes— serán llevados a Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Entregaré a toda la gente de Judá en manos del rey de Babilonia para que sean llevados a esa ciudad o muertos a espada. Entregaré a los enemigos las riquezas de Jerusalén, tanto sus reservas como sus cosas preciosas, y los tesoros de los reyes de Judá. Los enemigos saquearán y tomarán todo, llevándoselo a Babilonia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Entregaré asimismo todas las riquezas de esta ciudad, todos sus productos y bienes, y pondré en mano de sus enemigos todos los tesoros de los reyes de Judá, y los saquearán y los llevarán a Babilonia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Entregaré, además, toda la riqueza de esta ciudad, toda su fortuna y todos sus objetos preciosos. Y entregaré también todos los tesoros de los reyes de Judá en mano de sus enemigos, que los saquearán, los tomarán y los llevarán a Babilonia.

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Jeremías 20:5
24 Referans Kwoze  

Corriendo el año, envió el rey Nabucodonosor sus gentes a prenderlo y lo llevaron a Babilonia, transportando al mismo tiempo los vasos más preciosos del templo del Señor. E hizo rey de Judá y de Jerusalén a Sedecías, su tío paterno.


Y escogerán de entre tus hijos, que descenderán de ti por línea recta, para que sirvan de eunucos en el palacio del rey de Babilonia.


Por todos los caminos del desierto han venido los salteadores; porque la espada del Señor ha de atravesar destrozando de un cabo a otro de la tierra, no habrá paz para ningún viviente.


¡Oh Jerusalén ! Yo entregaré, y sin precio, al saqueo tus riquezas y tus tesoros, por causa de todos los pecados que has hecho y de todos los ídolos que tienes en tus confines;


y ofrecen sacrificios en los campos; yo entregaré al saqueo tu hacienda, y todos tus tesoros y tus lugares excelsos en que adoras a los ídolos, por causa de los pecados cometidos por ti, ¡oh Judá!, en todas tus tierras.


Aquel culto afrentoso consumió desde nuestra mocedad los sudores de nuestros padres, sus rebaños y sus vacadas, sus hijos y sus hijas.


He aquí ya levantadas las máquinas de guerra contra la ciudad para batirla; y cómo está para caer en poder de los caldeos, que la combaten a fuerza de armas, y del hambre, y de la peste; y cuantas cosas hablaste, ¡oh Dios mío!, todas se han cumplido, como tú mismo lo estás viendo.


Y el año undécimo de Sedecías, en el día cinco del cuarto mes, fue asaltada por la brecha la ciudad.


Entretanto los caldeos, que estaban en Jerusalén , abrasaron el palacio del rey y la casa o las habitaciones del pueblo, y derribaron las murallas de Jerusalén .


Ha venido desastre sobre desastre, y ha quedado asolada toda la tierra, de repente, en un momento fueron derribadas mis tiendas y pabellones.


El enemigo echó su mano a todas las cosas que Jerusalén tenía más apreciables, y ella ha visto entrar en su santuario los gentiles, de los cuales habías tú mandado que no entrasen en tu asamblea.


Jerusalén trae a su memoria aquellos días de su aflicción, y sus prevaricaciones, y todos aquellos bienes de que gozó desde los antiguos tiempos; se acordó de todo eso al tiempo que caía y perecía su pueblo por mano enemiga, sin que acudiese nadie a socorrerla; la vieron sus enemigos y se mofaron de sus solemnidades.


No creían los reyes de la tierra, ni los habitantes todos del mundo que el enemigo y adversario entrase por las puertas de Jerusalén ;


En medio de ella hay una conjuración de falsos profetas. Como león rugiente que arrebata la presa, así han devorado las almas, han recibido ricas pagas, y han aumentado en ellas las viudas.


Y el Señor entregó en sus manos a Joakim, rey de Judá, y una parte de los vasos del templo de Dios, y los trasladó a tierra de Senaar a la casa, o templo, de su dios, y los metió en la casa del tesoro de su dios.


Porque el infierno o sepulcro dividirá unos hermanos de otros. El Señor enviará un viento abrasador que se levantará del desierto, el cual agotará sus manantiales y secará sus fuentes. El rey arrebatará del país todos los más preciosos tesoros.


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