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Jeremías 2:30 - Biblia Torres Amat 1825

30 En vano castigué a vuestros hijos; ellos no hicieron caso de la corrección; antes bien vuestra espada acabó con vuestros profetas; como león destrozador,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

30 En vano he azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león destrozador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 He castigado a tus hijos, pero no respondieron a mi disciplina. Tú mismo mataste a tus profetas como un león mata a su presa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Inútilmente he corregido a sus hijos, ya que nadie me ha hecho caso. La espada, más feroz que un león, ha devorado a sus profetas, pero no entendieron.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 En vano he azotado a vuestros hijos: Ellos no han recibido corrección. Vuestra espada ha devorado a vuestros profetas, Como un león destructor.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 En vano castigué a vuestros hijos, no aprendieron la lección; vuestra espada devoró a vuestros profetas como león desgarrador.

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Jeremías 2:30
30 Referans Kwoze  

A lo que respondió él: Me abraso de celo por ti, ¡oh Señor Dios de los ejércitos!, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han destruido tus altares, han pasado a cuchillo tus profetas; he quedado yo solo, y me buscan para quitarme la vida.


Abrasarme de celo, respondió él, por el Señor Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y pasado a cuchillo a tus profetas; he quedado solamente yo, y me buscan para quitarme la vida.


Mas ellos aunados contra Zacarías, lo apedrearon por orden del rey, en el atrio del templo del Señor.


Sobre todo esto, en el mismo tiempo de su angustia aumentó las ofensas contra el Señor; de suerte que el mismo rey Acaz


Mas ellos se mofaban de los enviados de Dios, no hacían caso alguno de sus palabras, e insultaban a los profetas, hasta que descargó el furor del Señor sobre su pueblo, y no hubo ya remedio.


Ellos provocaron tu ira, apartándose de ti, y echando tu ley al trenzado, y mataron a tus profetas que los conjuraban para que se convirtiesen a ti, y cayeron en grandes abominaciones.


Desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza no hay en él cosa sana, sino heridas, y moretones, y llaga corrompida que no ha sido curada, ni vendada, ni suavizada con bálsamo.


Porque manchadas están de sangre vuestras manos, y llenos de iniquidad vuestros dedos; y no pronuncian más que la mentira vuestros labios, y sólo habla palabras de iniquidad vuestra lengua.


y el Señor destruirá en un solo día la cabeza y la cola a los que obedecen sumisos, como a los que gobiernan.


He escuchado con atención a Efraín, que en su cautiverio dice: Tú me has castigado, oh Señor; yo cual indómito novillo he sido corregido. Conviérteme a ti, y yo me convertiré; pues tú, ¡oh Señor!, eres mi Dios.


Llevad esta nueva a Egipto, anunciadla en Mágdalo, y haced que resuene en Memfis y en Tafnis, y decid: Ponte en pie y prevente; porque la espada devorará todo cuanto hay en tus aldeas.


Señor, tus ojos están mirando siempre la fidelidad o verdad; azotaste a estos perversos, y no les dolió; los moliste a golpes, y no han hecho caso de la corrección; endurecieron sus frentes más que un peñasco, y no han querido convertirse a ti.


Y así les dirás: Esta es aquella nación que no ha escuchado la voz del Señor Dios suyo, ni ha admitido sus instrucciones. Muerta está su fe o fidelidad; desterrada está de su boca.


pero entró por causa de los pecados de sus profetas y las maldades de sus sacerdotes, que en medio de ella derramaron la sangre de los justos.


Hijo de hombre, dile a ella (a Jerusalén ): Tú eres una tierra inmunda, y no humedecida con lluvia y rocío del cielo, en el día de mi ira.


Digna de execración es tu inmundicia pues yo te he querido limpiar de tu porquería, y tú no te has limpiado, ni te limpiarás hasta cuando que yo haya desfogado en ti la indignación mía.


Todo este mal vino sobre nosotros, conforme está escrito en la ley de Moisés, y no recurrimos a ti, ¡oh Señor Dios nuestro!, para convertirnos de nuestras maldades y meditar la verdad de tus promesas.


Ella no ha querido escuchar a quien le hablaba y le amonestaba; no puso su confianza en el Señor; no se acercó a su Dios.


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,


¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos son los que mataron a los que anunciaban la venida del Justo, que vosotros acabáis de entregar, y del cual habéis sido homicidas;


los cuales también mataron al Señor Jesús y a los profetas, y a nosotros nos han perseguido, y desagradan a Dios, y son enemigos de todos los hombres, pues se oponen a su salvación,


Y los hombres, abrasándose con el calor excesivo, blasfemaron el Nombre de Dios que tiene en su mano estas plagas, en vez de hacer penitencia para darle gloria.


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