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Isaías 32:9 - Biblia Torres Amat 1825

9 Porque después de días y de año o años, vosotras que vivís tan confiadas os hallaréis en gran turbación, pues ya no habrá más vendimias en el país de Judá, ni más recolección de frutos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Escuchen, mujeres, ustedes que están acostumbradas a la buena vida. Escúchenme, ustedes que son tan engreídas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Mujeres despreocupadas, levántense, oigan lo que les digo; hijas demasiado confiadas, escuchen mis palabras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¡Oh mujeres indolentes, levantaos! Damas confiadas, escuchad mis razones, y oíd mi voz:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Mujeres descuidadas, levantaos, escuchad ni voz; hijas confiadas, atended a mi palabra:

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Isaías 32:9
15 Referans Kwoze  

Llena de ellos está nuestra alma, hecha la mofa de los ricos y el escarnio de los soberbios.


¿Acaso el arador está siempre arando para sembrar?; ¿está siempre rompiendo o allanando la tierra?


Raerá el Señor la cabeza de las hijas de Sión, y las despojará de sus cabellos.


porque ya se oye una voz lamentable desde Sión que dice: ¡Oh!, ¡y a qué desolación hemos sido reducidos!, ¡y en qué extrema confusión nos vemos! Abandonamos nuestra tierra nativa, porque nuestras habitaciones han sido arruinadas.


Escuchad, pues, ¡oh mujeres de mi país!, la palabra del Señor, y perciban bien vuestros oídos lo que os anuncian sus labios; y enseñad a vuestras hijas, y cada cual a su vecina endechas y canciones lúgubres.


Aquellos que comían con más regalo han perecido de hambre en medio de las calles, cubiertos se ven de basura o andrajos aquellos que vivían entre púrpura y ropas preciosas.


Esta es aquella ciudad gloriosa que nada temía, y que decía en su corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay otra ninguna. ¡Cómo ha venido a quedar hecha un desierto y una guarida de fieras! Todo el que transite por ella la silbará y mofándose batirá una mano contra otra.


Quien tenga oídos para entender, entienda.


La mujer tierna y delicada, que no sabía dar un paso, ni asentar la planta del pie sobre la tierra por su demasiada delicadeza y sensibilidad, no querrá dar a su mismo amado esposo parte de las carnes del hijo y de la hija,


Lo cual entendido por Joatam, subió al monte de Garizim, y puesto sobre la cumbre, clamó a voz en grito, y dijo: Ciudadanos de Siquem, oídme; así os oiga Dios;


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