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Isaías 26:11 - Biblia Torres Amat 1825

11 A nosotros, Señor, nos darás la paz, porque todas nuestras obras tú nos las hiciste por medio de nosotros.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Oh Señor, ellos no prestan ninguna atención a tu puño levantado. Demuéstrales tu fervor por defender a tu pueblo; entonces quedarán avergonzados. Que tu fuego consuma a tus enemigos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 ¿Hasta cuándo los estarás amenazando sin que comprendan? Haz que vean, para vergüenza suya, que cuidas de tu pueblo; ¡que tu furor, cual fuego, devore a tus enemigos!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Aunque alces tu mano, oh YHVH, no la miran; Que miren avergonzados tu celo por el pueblo, Y que el fuego devore a tus enemigos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Yahveh, tu mano está alzada, pero ellos no la ven. ¡Vean, avergonzados, tu celo por el pueblo; el fuego devore a tus enemigos!

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Isaías 26:11
42 Referans Kwoze  

Porque, como de propósito, se alejaron de él; y no quisieron saber nada de todas sus disposiciones;


Levántate, pues, ¡oh Señor Dios!, alza tu poderosa mano; no te olvides de los pobres o desvalidos.


Alcance tu poderosa mano a todos tus enemigos; descargue tu diestra sobre todos los que te aborrecen.


Por cuanto no han considerado las obras del Señor, ni lo que ha ejecutado su poderosa mano; tú, Dios mío, los destruirás, y no los restablecerás nunca.


El fuego devoró sus jóvenes; y sus vírgenes no fueron lloradas.


Obra algún prodigio a favor mío, para que los que me aborrecen, vean con confusión suya, cómo tú, ¡oh Señor!, me has socorrido y consolado.


Porque esta vez he de enviar todas mis plagas sobre tu corazón, y sobre tus siervos y sobre tu pueblo; para que sepas que no hay semejante a mí en toda la tierra.


Cosas que vio Isaías, hijo de Amós, tocante a Jerusalén y a Judá.


Y la luz de Israel será el fuego, y su Santo la llama con que se encenderán y arderán las espinas y las zarzas de Asur en un solo día.


Y la gloria de este bosque y de este Carmelo será consumida en cuerpo y alma, y él, (Sennaquerib) huirá azorado.


Y volarán juntos a echarse encima de los filisteos por la parte del mar, y harán también su botín de los hijos del oriente. La Idumea y los moabitas muy presto serán presa de sus manos, y les prestarán obediencia los hijos de Amón.


Porque he aquí lo que el Señor me dice: Yo me estaré tranquilo, y lo contemplaré desde mi asiento; como se ve la clara luz del mediodía; y seré al modo que una nube de rocío en el tiempo de la cosecha.


Por tanto, esto dice el Señor acerca del rey de los asirios: No pondrá él el pie en esta ciudad, ni arrojará acá una saeta, ni la asaltará el soldado cubierto con su escudo, ni levantará trincheras alrededor de ella.


Hasta ahora, dirá el, estuve siempre callado, guardé silencio, fui misericordioso; mas ya como voces de mujer que está de parto, así serán las mías: Desolaré y devoraré de un golpe a todos mis enemigos.


No reflexionan, ni consideran, ni tienen seso para decir: Yo quemé una mitad al fuego y cocí el pan sobre sus ascuas, aderecé las carnes y las comí; ¿y del resto haré un ídolo? ¿Me postraré ante el tronco de un árbol?


¿Quién es, pues, tan insensato que pensó formar un dios, y fundió una estatua que para nada sirve?


Por esta causa el furor del Señor se encendió contra su pueblo, y extendió su mano sobre él, y lo hirió, y los montes se estremecieron, y sus cadáveres yacen tendidos como basura en medio de las plazas. Y no se ha aplacado su furor con todas estas cosas; todavía está levantada su mano justiciera.


Se armó de la justicia como de una coraza, y se puso en la cabeza el yelmo de la salud; la venganza es el ropaje con que se viste, y el celo es el manto con que se cubre.


Y a ti vendrán y se te postrarán los hijos de aquellos que te abatieron, y besarán las huellas de tus pies todos los que te insultaban, y te llamarán la ciudad del Señor, y la Sión del Santo de Israel.


Atiende desde el cielo, ¡oh Señor! y echa una mirada hacia nosotros desde el lugar santo donde moras tú y reside la gloria tuya. ¿Dónde está ahora tu celo y tu fortaleza, la ternura de tus entrañas y la gran misericordia tuya? ¿Por qué no la usas conmigo?


Porque he aquí que el Señor vendrá en medio del fuego, y su carroza será como un impetuoso torbellino para derramar con la indignación suya su furor y su venganza con llamas de fuego.


Y saldrán a ver los cadáveres los que prevaricaron contra mí; cuyo gusano no muere nunca, y cuyo fuego jamás se apagará; y el verlos causará náusea a todo hombre.


Oíd la palabra del Señor vosotros que la escucháis con respetuoso temor: Vuestros hermanos que os aborrecen y os desechan por razón de mi Nombre, dijeron: ¡Ea!, que muestre el Señor en vosotros su gloria, y la reconoceremos al ver la alegría de vuestro rostro. Mas no temáis, ellos quedarán confundidos.


La tierra está en la mayor consternación por la ira del Señor de los ejércitos, y el pueblo será como cebo del fuego; el hombre no perdonará a su propio hermano.


Y volverá a la derecha para devorarlo todo, y aún tendrá hambre, y comerá cuanto halle a la izquierda, y tampoco podrá saciarse; cada uno devorará la carne de su mismo brazo. Manasés devastará a Efraín, y Efraín a Manasés; luego ambos se unirán contra Judá.


Lanzó el Señor una palabra contra Jacob , y cayó sobre Israel.


Mas aquellos pocos que se librarán de la espada saliendo de Egipto, éstos volverán a la tierra de Judá; y todos los residuos del pueblo de Judá que han entrado en Egipto para vivir allí, conocerán si se verificará mi palabra o la de ellos.


Señor, tus ojos están mirando siempre la fidelidad o verdad; azotaste a estos perversos, y no les dolió; los moliste a golpes, y no han hecho caso de la corrección; endurecieron sus frentes más que un peñasco, y no han querido convertirse a ti.


La mano tuya, ¡oh dominador de Israel!, prevalecerá sobre tus contrarios, y perecerán todos tus enemigos.


Y esto lo presenciará la enemiga mía, y quedará cubierta de confusión la que me dice: ¿En dónde está ahora el Señor Dios tuyo? Yo fijaré mis ojos sobre ella, hollada será ella ahora como el lodo de las calles.


Lo verán las naciones, y quedarán confundidas con todo su poder, no osarán abrir la boca, y sus oídos quedarán sordos.


Porque he aquí que llegará aquel día semejante a un horno encendido, y todos los soberbios y todos los impíos serán como estopa; y aquel día que debe venir los abrasará, dice el Señor de los ejércitos, sin dejar de ellos raíz ni retoño alguno.


Al mismo tiempo dirá a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno, que fue destinado para el diablo y sus ángeles.


Y cuando estaba en los tormentos, levantando los ojos vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno,


Porque embotando este pueblo su corazón, ha tapado sus oídos, y apretado las pestañas de sus ojos, de miedo que con ellos vean y oigan con sus oídos, y entiendan con el corazón, y así se conviertan, y yo les dé la salud.


los cuales sufrirán la pena de una eterna condenación confundidos por la presencia del Señor y por el brillante resplandor de su poder


Uno que prevarique contra la ley de Moisés, y se haga idólatra, siéndole probado con dos o tres testigos es condenado sin remisión a muerte.


pues mejor es padecer (si Dios lo quiere así) haciendo bien, que obrando mal;


Entonces fue presa la bestia, y con ella el falso profeta que a vista de la misma había hecho prodigios, con que sedujo a los que recibieron la marca de la bestia, y a los que adoraron su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos en un estanque de fuego que arde con azufre.


Ya que has guardado la doctrina de mi paciencia, yo también te libraré del tiempo de tentación que ha de sobrevenir a todo el universo para prueba de los moradores de la tierra.


Y estaréis en observación; y si viereis que toma el camino que va a su país, hacia Betsamés, sabed que el Dios de Israel es quien nos ha causado tan grande mal; pero si no, no ha sido él; y sabremos que no es su mano la que nos ha azotado, sino que ha sido un efecto casual.


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