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Isaías 1:3 - Biblia Torres Amat 1825

3 ¡Ay de la nación pecadora, del pueblo lleno de iniquidades, de la raza malvada, de los hijos desgarrados! Han abandonado al Señor, han blasfemado del Santo de Israel, le han vuelto las espaldas.

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Biblia Reina Valera 1960

3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Hasta un buey conoce a su dueño, y un burro reconoce los cuidados de su amo, pero Israel no conoce a su amo. Mi pueblo no reconoce mis cuidados a su favor».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 El buey conoce a su dueño y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no comprende.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor, Pero Israel no me conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo; Israel no conoce, mi pueblo no entiende.

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Isaías 1:3
24 Referans Kwoze  

Reflexionad, ¡oh hombres los más insensatos del pueblo!, entrad en conocimiento; tened finalmente cordura, vosotros, mentecatos.


Los malvados no se cuidan de lo que es justo; pero los que buscan al Señor, miran todas las cosas con atención.


Anda, ¡oh perezoso!, mira la hormiga, y considera su obrar, y aprende a ser sabio.


Y aquel día el Señor hará sentir su azote desde el cauce del río Eufrates hasta el torrente de Egipto, o Nilo; y vosotros, oh hijos de Israel, seréis congregados uno a uno.


Y eso que el Señor le tuvo a Israel buena voluntad, escogiéndolo para santificarlo y para dar a conocer la grandeza y excelencia de su santa ley.


No reflexionan, ni consideran, ni tienen seso para decir: Yo quemé una mitad al fuego y cocí el pan sobre sus ascuas, aderecé las carnes y las comí; ¿y del resto haré un ídolo? ¿Me postraré ante el tronco de un árbol?


Por eso mi pueblo fue llevado cautivo, porque le faltó el saber, y sus nobles murieron de hambre, y la plebe pereció de sed.


Por esto ensanchó el infierno su seno, y abrió su inmensa boca, y en ella caerán sus campeones, y el pueblo y cuanto hay en él de ilustre y glorioso.


Y estos perros sin rastro de vergüenza, jamás se ven hartos de rapiñas. Los pastores mismos están faltos de toda inteligencia; todos van descarriados por su camino, cada cual a su propio interés desde el más alto hasta el más bajo.


Necio se hizo todo hombre con su ciencia de los ídolos; la misma estatua del ídolo es la confusión de todo artífice; pues no es más que falsedad lo que ha formado, un cuerpo sin alma.


De necios e insensatos quedarán convencidos todos ellos; el leño, que adoran, es la prueba de su vanidad o insensatez.


Así, pues, los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han observado constantemente el precepto que les dejó su padre; mas ese pueblo no me ha obedecido a mí.


El necio pueblo mío, dice el Señor, no me conoció, hijos insensatos son y mentecatos; para hacer el mal son sabios; mas el bien no saben hacerlo.


Rebaño perdido fue el pueblo mío; sus pastores lo extraviaron y lo hicieron ir vagando por las montañas; anduvo por montes y collados, y se olvidó del lugar de su reposo.


El milano conoce por la variación de la atmósfera su tiempo; la tórtola, y la golondrina y la cigüeña saben discernir constantemente la estación o tiempo de su trasmigración; pero mi pueblo no ha conocido el tiempo del juicio del Señor.


¿Con qué podré yo limpiar tu corazón, dice el Señor Dios, haciendo tú todas estas cosas propias de una mujer ramera y descarada?


Todo Israel se hizo prevaricador de tu ley, y se desvió para no oír la voz tuya; y así llovió sobre nosotros la maldición y el anatema que está escrito en el libro de Moisés, siervo de Dios, pues pecamos contra el Señor.


Y no sabía ella que fui yo, y no los ídolos, quien le dio el trigo, y el vino, y el aceite, y el que le dio la abundancia de plata y de oro que ofrecieron a Baal.


Cualquiera que oye la palabra del reino de Dios y no para en ella su atención, viene el mal espíritu y le arrebata aquello que se había sembrado en su corazón; éste es el sembrado junto al camino.


Pues como no quisieron reconocer a Dios, Dios los entregó a un réprobo sentido, de suerte que han hecho acciones indignas del hombre,


y que por tales cosas el mundo de entonces pereció anegado en las aguas del diluvio.


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