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Hechos 3:10 - Biblia Torres Amat 1825

10 Y como le conocían por aquel mismo que solía estar sentado a la limosna, en la puerta Hermosa del templo, quedaron espantados y fuera de sí con tal suceso.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Cuando se dieron cuenta de que él era el mendigo cojo que muchas veces habían visto junto a la puerta Hermosa, ¡quedaron totalmente sorprendidos!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 y lo reconocieron: '¡Es el tullido que pedía limosna junto a la Puerta Hermosa!'. Y quedaron sin palabras, asombrados por lo que había sucedido.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y lo reconocían que era el mismo que se sentaba° a pedir° limosna en la puerta la Hermosa, del templo; y se quedaron llenos de admiración, y atónitos, a causa de lo que había acontecido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 y reconocieron que aquél era el mismo que, sentado, pedía limosna junto a la puerta Preciosa del templo, de modo que se llenaron de estupor y pasmo por lo que le había sucedido.

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Hechos 3:10
12 Referans Kwoze  

Y habiéndole conocido los moradores de ella, luego enviaron aviso por todo aquel territorio, y le trajeron todos los enfermos.


Con lo que todos se atemorizaron, y conversando unos con otros decían: ¿Qué es esto? El manda con autoridad y poderío a los espíritus inmundos, y van fuera.


Pero Jesús , habiendo increpado al espíritu inmundo, curó al mozo, y lo devolvió a su padre.


Y es que como el Padre ama al Hijo, le comunica todas las cosas que hace; y aun le manifestará, y hará en él y por él obras mayores que éstas, de suerte que quedéis asombrados.


Respondió Jesús : No es por culpa de éste, ni de sus padres; sino para que las obras de Dios resplandezcan en él.


Por lo cual los vecinos, y los que antes le habían visto pedir limosna, decían: ¿No es éste aquel que sentado allá, pedía limosna? Este es, respondían algunos.


Estando, pues, todos llenos de admiración, y no sabiendo qué discurrir, se decían unos a otros: ¿Qué novedad es ésta?


Así pasmados todos, y maravillados se decían unos a otros: ¿Por ventura estos que hablan, no son todos galileos, rudos e ignorantes?


Y había un hombre, cojo desde el vientre de su madre, a quien traían a cuestas, y ponían todos los días a la puerta del templo, llamada la Hermosa, para pedir limosna a los que entraban en él.


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