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Hechos 22:5 - Biblia Torres Amat 1825

5 como me son testigos el sumo sacerdote y todos los ancianos, de los cuales tomé así mismo cartas para los hermanos de Damasco, e iba allá para traer presos a Jerusalén a los de esta secta que allí hubiese, a fin de que fuesen castigados.

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Biblia Reina Valera 1960

5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 El sumo sacerdote y todo el consejo de ancianos pueden dar fe de que esto es cierto. Pues recibí cartas de ellos, dirigidas a nuestros hermanos judíos en Damasco, las cuales me autorizaban a encadenar a los seguidores del Camino de esa ciudad y traerlos a Jerusalén para que fueran castigados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 esto lo saben muy bien el sumo sacerdote y el Consejo de los Ancianos. Incluso me entregaron cartas para nuestros hermanos de Damasco, y salí para detener a los cristianos que allí había y traerlos encadenados a Jerusalén para que fueran castigados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 como también me es testigo el sumo sacerdote, y todo el concilio de ancianos, pues de ellos recibí cartas para los hermanos en Damasco, y viajaba allá para traer° atados a Jerusalem incluso a los que había allí, a fin de que fueran castigados.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 como puede certificármelo el sumo sacerdote y todo el colegio de ancianos, con cuyas cartas para los hermanos fui a Damasco, con el propósito de conducir a los de allí presos a Jerusalén, para que fueran castigados.

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Hechos 22:5
21 Referans Kwoze  

Luego que fue de día, se congregaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y haciéndole comparecer en su concilio, le dijeron: Si tú eres el Cristo , o Mesías, dínoslo.


Por aquellos días levantándose Pedro en medio de los hermanos (cuya junta era como de unas ciento veinte personas) les dijo:


Ahora, pues, hermanos míos, hijos de Abrahán, a vosotros es, y a cualquiera que entre vosotros teme a Dios, a quienes es enviado este anuncio de la salvación.


Hermanos míos, permitidme que os diga con toda libertad, y sin el menor recelo: el patriarca David muerto está, y fue sepultado, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy;


¡Hermanos y padres míos!, oíd la razón que voy a daros ahora de mí.


Pablo entonces fijos los ojos en el sanedrín les dijo: Hermanos míos, yo hasta el día presente he observado tal conducta, que en la presencia de Dios nada me remuerde la conciencia.


Sabiendo Pablo que parte de los que asistían eran saduceos y parte fariseos, exclamó en medio del sanedrín: Hermanos míos, yo soy fariseo, hijo de fariseos y por causa de mi esperanza de la resurrección de los muertos es por lo que voy a ser condenado.


como ya lo hice en Jerusalén , donde no sólo metí a muchos de los santos, o fieles, en las cárceles, con poderes que para ello recibí de los príncipes de los sacerdotes, sino que siendo condenados a muerte yo di también mi consentimiento.


Y andando con frecuencia por todas las sinagogas, los obligaba a fuerza de castigos a blasfemar del Nombre de Jesús , y enfurecido más cada día contra ellos, los iba persiguiendo hasta en las ciudades extranjeras.


En este estado, yendo un día a Damasco con poderes y comisión de los príncipes de los sacerdotes,


Pasados tres días pidió a los principales de entre los judíos que fuesen a verle. Luego que se juntaron, les dijo: Yo hermanos míos, sin haber hecho nada contra el pueblo, ni contra las tradiciones de nuestros padres, fui preso en Jerusalén y entregado en manos de los romanos,


A lo que respondieron ellos: Nosotros ni hemos recibido cartas de Judea acerca de ti, ni hermano alguno venido de allá ha contado o dicho mal de ti.


Ahora, hermanos, yo bien sé que hicisteis por ignorancia lo que hicisteis, como también vuestros jefes.


Al día siguiente se congregaron en Jerusalén los jefes o magistrados, y los ancianos, y los escribas,


Ellos, oído esto, entraron al despuntar el alba en el templo, y se pusieron a enseñar. Entretanto vino el pontífice con los de su partido, y convocaron el concilio y a todos los ancianos del pueblo de Israel, y enviaron por los presos a la cárcel.


Y aun aquí está con poderes de los príncipes de los sacerdotes para prender a todos los que invocan tu Nombre.


Porque bien habéis oído decir el modo con que en otro tiempo vivía yo en el judaísmo, con qué exceso de furor perseguía a la Iglesia de Dios, y la desolaba,


celoso por el judaísmo, hasta perseguir la iglesia de Dios; y en cuanto a la justicia que consiste en la ley, ha sido mi proceder irreprensible.


Medita estas cosas, y ocúpate enteramente en ellas, de manera que vea todo el mundo tu aprovechamiento.


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