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Génesis 47:18 - Biblia Torres Amat 1825

18 Volvieron asimismo al año segundo, o siguiente, y le dijeron: No te ocultaremos, señor nuestro, que no nos queda ni ganado, ni dinero; y bien ves que a excepción de nuestros cuerpos, y de la tierra, nada más tenemos.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Entonces ese año llegó a su fin. Al año siguiente, ellos acudieron nuevamente a José y le dijeron: «No podemos ocultarle la verdad, señor. Se nos acabó el dinero, y todas nuestras manadas de animales son suyas. Ya no nos queda nada para entregarle, excepto nuestro cuerpo y nuestras tierras.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Al año siguiente volvieron donde él diciendo: 'No podemos ocultar a nuestro señor que se nos ha terminado el dinero, y que los ganados ya son todos suyos. Tan sólo nos quedan nuestros cuerpos y nuestras tierras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Finalizado aquel año, acudieron a él el segundo año, y le dijeron: No ocultamos a nuestro señor que, puesto que la plata se ha acabado, y también el ganado es de nuestro señor, nada queda delante de nuestro señor sino nuestro cuerpo y nuestro suelo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Acabado aquel año, presentáronse de nuevo al año siguiente y le dijeron: 'No se le oculta a mi señor que el dinero se ha acabado, y que la posesión del ganado ha pasado a mi señor; no queda, pues, a disposición de mi señor más que nuestros cuerpos y nuestras tierras:

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Génesis 47:18
4 Referans Kwoze  

Y habiéndolos traído, les dio alimento en pago de los caballos, y de las ovejas, y de los bueyes y de los asnos; y los sustentó aquel año en cambio de los ganados.


¿Por qué, pues, nos dejarás morir delante de tus ojos? Tanto nosotros, como nuestras tierras, seremos tuyos; cómpranos para servicio del rey, y danos con qué sembrar, no sea que pereciendo los labradores, quede la tierra despoblada.


Y pasando el rey de Israel por la muralla, clamó a él una mujer, diciendo: Sálvame, socórreme, oh rey mi señor.


¡Oh rey y señor mío!, muy mal han obrado estos hombres en todo lo que han atentado contra el profeta Jeremías, echándolo en la cisterna para que allí muera de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad.


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