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Génesis 24:45 - Biblia Torres Amat 1825

45 Y cuando estaba yo rumiando en silencio estas cosas dentro de mí, ha comparecido Rebeca, que venía con su cántaro a cuestas, y ha bajado a la fuente, y sacado agua. Y le he dicho yo: dame un poco de beber.

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Biblia Reina Valera 1960

45 Antes que acabase de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua; y le dije: Te ruego que me des de beber.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

45 »Antes de terminar de orar en mi corazón, vi a Rebeca saliendo con un cántaro de agua al hombro. Ella descendió hasta el manantial y sacó agua. Entonces yo le dije: “Por favor, deme de beber”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

45 Ni siquiera había terminado de decir estas palabras en mi interior, cuando apareció Rebeca, con su cántaro al hombro, y bajó a la fuente para sacar agua.

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La Biblia Textual 3a Edicion

45 Y antes que yo acabara de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca salía con su cántaro al hombro descendiendo a la fuente. Cuando sacó agua, entonces le dije: Te ruego que me des de beber.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

45 No había acabado de decir esto en mi corazón, cuando salía Rebeca con su cántaro al hombro. Descendió a la fuente y sacó agua. Le dije entonces: 'Por favor, dame de beber'.

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Génesis 24:45
14 Referans Kwoze  

y me responda: Bebe tú, que después la sacaré también para tus camellos, sea ésa la mujer que el Señor Dios tiene destinada para el hijo de mi amo.


porque tú, ¡oh Señor de los ejércitos, Dios de Israel!, revelaste y dijiste a tu siervo: Yo te fundaré una casa estable; de aquí es que tu siervo se ha animado para dirigirte esta plegaria.


Y me dijo el rey: ¿Qué es lo que pretendes? Y yo, encomendándome al Dios del cielo,


Invocarás entonces al Señor, y te oirá benigno; clamarás y él te dirá: Aquí estoy. Si arrojares lejos de ti la cadena, y cesares de extender maliciosamente el dedo, y de charlar neciamente,


Y antes que clamen, yo los oiré: Cuando estén aún con la palabra en la boca otorgaré su petición.


Escucha benigno, ¡oh Señor! Señor, aplácate, atiende, y ponte a obrar nuestra salvación, no lo difieras, ¡oh Dios mío!, por amor de ti mismo, pues la ciudad y tu pueblo llevan el Nombre tuyo.


La orden se me dio desde luego que te pusiste a orar, y yo vengo para mostrártela; porque tú eres un varón de ardientes deseos. Atiende, pues, tú ahora a mis palabras, y entiende la visión.


Pedid, y se os dará; ¡buscad, y hallaréis!: llamad, y os abrirán.


A lo que respondió Cornelio. Cuatro días hace hoy, que yo estaba orando en mi casa a las tres de la tarde, cuando he aquí que se me puso delante un personaje vestido de blanco, y me dijo:


Y además el espíritu divino ayuda a nuestra flaqueza; pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo, el mismo espíritu hace, o produce en nuestro interior, nuestras peticiones a Dios con gemidos que son inexplicables.


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