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Génesis 23:11 - Biblia Torres Amat 1825

11 No, señor mío, no ha de ser así, escucha más bien lo que voy a decirte: Yo pongo a tu disposición el campo, y la cueva que hay en él, siendo testigos los hijos de mi pueblo; entierra allí tu difunto.

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Biblia Reina Valera 1960

11 No, señor mío, óyeme: te doy la heredad, y te doy también la cueva que está en ella; en presencia de los hijos de mi pueblo te la doy; sepulta tu muerta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 —No, mi señor —le dijo a Abraham—, por favor, escúcheme. Yo le regalaré el campo y la cueva. Aquí mismo, en presencia de mi pueblo, se lo regalo. Vaya y entierre a su esposa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 No, señor mío, escúchame: yo te regalo el campo y también la cueva que hay en él. En presencia de los hijos de mi pueblo te la doy. Sepulta allí a tu difunta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 No, señor mío, ¡óyeme! Te doy el campo, y la cueva que está en ella, te la doy en presencia de los hijos de mi pueblo. Sepulta a tu difunta.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 'No, señor mío, óyeme: te doy el campo y la cueva que hay en él; te la entrego en presencia de los hijos de mi pueblo; entierra a tu difunta'.

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Génesis 23:11
15 Referans Kwoze  

Abrahán hizo una profunda reverencia delante del pueblo del país,


fue cedido en pleno dominio a Abrahán, a vista de los hijos de Het, y de cuantos entraban por la puerta de aquella ciudad.


Escúchanos, señor, tú eres entre nosotros un príncipe de Dios o un príncipe grande; entierra tu difunto en la que mejor te pareciere de nuestras sepulturas; que no habrá nadie que pueda impedirte el colocar en su sepultura a tu muerto.


Mujeres opulentas, levantaos y escuchad mi voz; hijas que confiáis en las riquezas, prestad oídos a mis palabras.


El homicida será sentenciado por dicho de testigos: nadie será condenado por el testimonio de uno solo.


Por lo que dijo a los asistentes: Quitadle el marco, y dádselo al que tiene diez marcos.


Por disposición de dos o tres testigos perderá la vida el que es digno de muerte. Ninguno será condenado a muerte por el dicho de un sólo testigo contra él.


No bastará para condenar a nadie un solo testigo, cualquiera que sea el pecado y el crimen; sino que todo se decidirá por disposición de dos o tres testigos.


Fue, pues, Booz a las puertas o juzgado de la ciudad, y se sento allí y viendo pasar a aquel pariente de quien se habló arriba, le llamó por su nombre, y le dijo: Llégate por un momento y siéntate aquí. Llegó él, y se sentó.


Entonces todo el pueblo que estaba en la puerta, respondió con los ancianos: Nosotros somos testigos. El Señor haga que esa mujer que entra en tu casa, sea como Raquel y Lía, las cuales fundaron la casa de Israel; para que sea como aquéllas dechado de virtud en Efrata, y tenga un nombre célebre en Betlehem;


lo cual he querido que tú sepas, y decírtelo en presencia de todos los circunstantes y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres poseerla por el derecho de parentesco, cómprala y poséela. Y si no gustas de eso, decláralo para que yo sepa lo que debo hacer; puesto que no hay otro pariente sino tú, que eres el primero, y yo que soy el segundo. A lo que respondió él: Pues yo compraré la heredad.


Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos en este día de que yo entro en posesión de todas las cosas que poseía Elimelec, y Quelión, y Mahalón, por entrega que me hace Noemí;


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