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Génesis 20:6 - Biblia Torres Amat 1825

6 Le dijo Dios: Yo también sé que lo hiciste con corazón sencillo: y por eso te he preservado de pecar contra mí, ni permití que la tocases.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 En el sueño, Dios respondió: —Sí, yo sé que tú eres inocente. Por eso no permití que pecaras contra mí ni dejé que la tocaras.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Dios le dijo: 'Yo sé que lo hiciste con corazón sencillo y por eso te he librado de pecar contra mí, y no he permitido que la tocases.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Y ’Elohim le dijo en el sueño: También Yo sé que con integridad de tu corazón has hecho esto, y Yo también te retuve de pecar contra mí, por eso no te permití tocarla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Díjole Dios en el sueño: 'Yo también sé que con sencillez de tu corazón has hecho esto, y he sido también yo el que te ha impedido que pecaras contra mí; por eso no te permití que la tocaras.

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Génesis 20:6
22 Referans Kwoze  

Porque el Señor había vuelto estériles a todas las mujeres de la casa de Abimelec por lo sucedido con Sara mujer de Abrahán.


Cualquiera que tocare a la mujer de este hombre, será irremisiblemente condenado a muerte.


mas del fruto de aquel árbol que está en medio del paraíso, nos mandó Dios que no comiésemos, ni le tocásemos siquiera, para que no muramos.


Pero vio entre sueños a Dios, que le decía: Guárdate de hablar a Jacob cosa que le ofenda.


Sin embargo, vuestro mismo padre me ha engañado y trocado por diez veces la paga o recompensa de mis servicios; aunque Dios no le ha permitido que me perjudicase.


Así que partieron, el terror de Dios se apoderó de todas las ciudades circunvecinas, de suerte que no se atrevieron a perseguirlos en su retirada.


No hay cosa chica ni grande que no esté a mi disposición, o que no me haya entregado, a excepción de ti que eres su mujer; pues, ¿cómo puedo yo cometer esa maldad y pecar contra mi Dios?


contra ti solo he pecado; y he cometido la maldad delante de tus ojos) a fin de que perdonándome, aparezca justo cuando hables, y quedes victorioso en los juicios que de ti se formen.


Y así los abandoné, dejándolos ir en pos de los deseos de su corazón, y seguir sus devaneos.


Porque Dios ama la misericordia y la verdad; dará el Señor la gracia y la gloria.


Porque cuando yo hubiere arrojado de tu presencia aquellas naciones, y ensanchado tus términos, nadie pensará en invadir tu país, en el tiempo que tú subirás a presentarte al Señor Dios tuyo tres veces al año.


El corazón del rey está en la mano de Dios, como el agua que se reparte desde un depósito; él inclinará hacia cualquier parte que quisiere.


Así el que se llega a la mujer ajena, tocándola quedará manchado.


La persona que pecare, porque, menospreciado el Señor, negó a su prójimo el depósito confiado a su fidelidad, o le quitó alguna cosa con violencia, o le defraudó con engaño,


Y estando él sentado en su tribunal, le envío a decir su mujer: No te mezcles en las cosas de ese justo, porque son muchas las congojas que hoy he padecido en sueños por su causa.


En orden a las cosas sobre que me habéis escrito respondo: Loable cosa es en el hombre no tocar mujer.


Por lo cual salid vosotros de entre tales gentes, y separaos de ellas, dice el Señor, y no tengáis contacto con la inmundicia o idolatría;


para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la maldad o injusticia.


Y entonces se dejará ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el resuello o el sólo aliento de su boca, y destruirá con el resplandor de su presencia


Ahora pues, mi señor, vive Dios, y vive tu alma, que el Señor es quien te ha estorbado, haciéndome salir a mí, el derramar sangre, y te ha detenido la mano. Que sean desde luego tan débiles como Nabal tus enemigos, y cuantos maquinan contra mi señor.


Que si no, juro, por el Señor Dios de Israel, el cual me ha prohibido hacerte daño, que a no venir tú tan presto a encontrarme, no hubiera quedado en casa de Nabal, de hoy a mañana, cosa con vida, ni siquiera un perro.


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