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Génesis 2:17 - Biblia Torres Amat 1825

17 mas del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comas: porque en cualquier día que comieres de él, infaliblemente morirás.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día que comas de él, ten la seguridad de que morirás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él, porque el día que comas de él, ciertamente° morirás.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, pues el día en que comas, morirás sin remedio'.

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Génesis 2:17
43 Referans Kwoze  

y en donde el Señor Dios había hecho nacer de la tierra misma toda suerte de árboles hermosos a la vista, y de frutos suaves al paladar; y también el árbol de la vida en medio del paraíso, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.


Ahora, pues, restituya la mujer a su marido, porque él es un profeta; y rogará por ti, y vivirás; mas si no quisieres restituirla, sábete que morirás infaliblemente tú y todas las cosas tuyas.


Le replicó: ¿Pues quién te ha hecho advertir que estás desnudo, sino el haber comido del fruto de que yo te había vedado que comieses?


Y a Adán le dijo: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer, y comido del árbol de que te mandé no comieses, maldita sea la tierra por tu causa; con grandes fatigas sacarás de ella el alimento en todo el discurso de tu vida.


Mediante el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a confundirte con la tierra de que fuiste formado; puesto que polvo eres, y a ser polvo tornarás.


porque ten entendido que en cualquier día que salieres o pasares del torrente de Cedrón perderás la vida; y tu sangre recaerá sobre tu cabeza.


Y enviando el rey a llamarle, le dijo: ¿No te juré yo por el Señor, y te previne que cualquier día que salieses para ir acá o allá, se te quitaría la vida? Y tú me respondiste: Justa es la orden que acabo de oír.


Y así que hubo concluido Jeremías de hablar cuanto le había mandado el Señor que hiciese saber a todo el pueblo, la prendieron los sacerdotes y los falsos profetas, y el pueblo todo, diciendo: ¡Muera sin remedio!


dé a usura y reciba más de lo prestado: ¿Acaso ése vivirá? No vivirá. Habiendo hecho todas estas cosas tan detestables, morirá sin remedio: Su sangre caerá sobre él.


Y pues yo no deseo la muerte de aquel que muere, dice el Señor Dios, convertíos y viviréis.


Porque todas las almas son mías; como es mía el alma del padre, lo es también la del hijo. El alma que pecare, ésa morirá.


Mas si yo dijere al impío: Tú morirás de mala muerte, y él hiciere penitencia de sus pecados, y practicare obras buenas y justas,


Si cuando yo digo al impío: Impío, tú morirás de mala muerte, no hablares al impío para que se aparte de su mala vida, morirá el impío por su iniquidad, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.


Por cuanto el Señor tenía predicho que todos habrían de morir en el desierto. Y así es que ninguno de ellos quedó sino Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun.


los cuales en medio de haber conocido la justicia de Dios, no echaron de ver, que los que hacen tales cosas, son dignos de muerte eterna, y no sólo los que las hacen, sino también los que aprueban a los que las hacen.


¿No sabéis que si os ofrecéis por esclavo de alguno para obedecer a su imperio, por el mismo hecho quedáis esclavos de aquél a quien obedecéis, bien sea del pecado para recibir la muerte, bien sea de la obediencia a la fe para recibir la justicia o vida del alma?


Porque el estipendio y paga del pecado es la muerte; pero la vida eterna es una gracia de Dios por Jesucristo nuestro Señor.


Porque la ley del espíritu de vida, que está en Cristo Jesús , me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.


Que así como en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.


Aguijón de la muerte es el pecado; al paso que la fuerza del pecado es ocasionada de la ley.


En lugar de que todos los que se apoyan en las obras de la ley, están sujetos a maldición. Pues está escrito: Maldito es cualquiera que no observare constantemente todo lo que está escrito en el libro de la ley.


Por eso dice el Señor: Levántate, tú que duermes, y resucita de la muerte, y te alumbrará Cristo .


Maldito el que no persevera en la fiel observación de todas las palabras de esta ley, ni las pone por obra. Y dirá todo el pueblo: Amén.


Considera que hoy he puesto a tu vista la vida y el bien de una parte, y de otra la muerte y el mal.


Yo invoco hoy por testigos al cielo y a la tierra, de que te he propuesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge desde ahora la vida, para que vivas tú, y tu posteridad,


En efecto, cuando estabais muertos por vuestros pecados y por la incircuncisión o desorden de vuestra carne, entonces os hizo revivir con él, perdonándoos graciosamente todos los pecados;


Hazles, pues, entender estas cosas, para que sean irreprensibles.


Por tanto, no os engañéis en esta materia, hermanos míos muy amados.


Toda prevaricación es pecado, mas hay un pecado que acarrea sin remedio la muerte eterna.


Así mismo al ángel de la iglesia de Pérgamo escríbele: Esto dice el que tiene en su boca la espada afilada de dos filtros:


Entonces, el infierno y la muerte fueron lanzados en el estanque de fuego. Esta es la muerte segunda, y eterna.


Bienaventurados y santos quienes tienen parte en la primera resurrección ; sobre éstos la segunda muerte, que es la eterna de los réprobos, no tendrá poderío, antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo , y reinarán con él mil años.


Mas en orden a los cobardes, e incrédulos, y execrables o desalmados, y homicidas, y deshonestos, y hechiceros, e idólatras, y a todos los embusteros, su suerte será en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda, y eterna.


Cinco sátrapas o príncipes de los filisteos, y todos los cananeos, y sidonios, y heveos habitantes del monte Líbano desde la cordillera de Baal-Hermón hasta la entrada de Emat.


Vive el Señor, que es el Salvador de Israel, que si la causa de esto es mi hijo Jonatás, morirá sin remisión. A lo cual ninguno del pueblo lo contradijo.


Le dijo Saúl: Tráteme Dios con todo el rigor de su justicia, si tú, oh Jonatás, no mueres sin remedio.


Sábete que mientras viva el hijo de Isaí sobre la tierra, ni tú estarás seguro, ni lo estará tu derecho al reino. Así, pues, envía ahora mismo por él, y tráemelo acá; porque morirá.


¿Es por ventura hoy la primera vez que yo he consultado por él a Dios? Lejos de mí otra idea; no sospeche el rey tal cosa ni de mí, su siervo, ni de toda la casa de mi padre; porque tu siervo no sabe nada de ese negocio de conjuración.


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