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Ezequiel 1:3 - Biblia Torres Amat 1825

3 dirigió el Señor su palabra a Ezequiel sacerdote, hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Cobar; y allí se hizo sentir sobre él la mano o virtud de Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 (El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios; y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 el sacerdote Ezequiel ben Buzi tuvo revelación expresa de YHVH en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar. Allí estuvo sobre mí la mano de YHVH,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 la palabra de Yahveh le fue dirigida a Ezequiel, hijo de Buzí, sacerdote, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar, y allí se dejó sentir sobre él la mano de Yahveh.

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Ezequiel 1:3
23 Referans Kwoze  

Al punto la mano o virtud del Señor se hizo sentir sobre Elías, el cual recogiendo las faldas del vestido en su cintura, iba corriendo delante de Acab hasta que llegó a Jezrael.


Mas ahora traedme acá uno que taña el arpa. Y mientras éste cantaba al son del arpa, la virtud del Señor se hizo sentir sobre Eliseo, el cual dijo:


En las márgenes de los ríos del país de Babilonia, allí nos sentábamos, y nos poníamos a llorar, acordándonos de ti, ¡oh Sión!


El Señor, pues, le dirigió a él su palabra en los días del rey Josías, hijo de Amón, rey de Judá, el año decimotercero de su reinado.


Y el Señor me habló diciendo:


Pero vosotros habéis dicho: El Señor nos ha enviado profetas aquí en Babilonia.


En el año trigésimo, en el mes cuarto, a cinco del mes, sucedió que estando yo en medio de los cautivos junto al río Cobar, se me abrieron los cielos, y tuve visiones divinas, o extraordinarias.


Y se levantaron en lo alto los querubines: ellos son los mismos cuatro animales que yo había visto junto al río Cobar.


Y yo extenderé mis redes sobre él, y quedará cogido en ellas; y lo llevaré a Babilonia, a la tierra de los caldeos; mas él no la verá, y morirá en ella.


Y me reanimó el espíritu, y me tomó, e iba yo lleno de amargura e indignación de ánimo; pero estaba conmigo la mano del Señor que me confortaba.


Llegué, pues, a los cautivos transportados al lugar llamado Montón de las nuevas mieses, donde estaban aquellos que habitaban junto al río Cobar; y me detuve donde estaban ellos, y allí permanecí melancólico siete días en medio de ellos.


Y se hizo sentir sobre mí la mano o virtud del Señor; y me dijo: Levántate y sal al campo, y allí hablaré contigo.


Y poniéndome en camino, salí al campo; y he aquí que la gloria del Señor que estaba allí era el modo de aquella que vi junto al río Cobar; y me postré sobre mi rostro.


Y la virtud del Señor se había hecho sentir sobre mí la tarde antes que llegase el que había escapado; y el Señor había abierto mi boca antes que este hombre se me presentase por la mañana; y abierta que tuve mi boca no guardé ya silencio.


La virtud del Señor se hizo sentir sobre mí, y me sacó fuera en espíritu del Señor; y me puso en medio de un campo que estaba lleno de huesos.


El año vigésimo quinto de haber sido llevados al cautiverio, al principio del año, a los diez días del mes, catorce años después que la ciudad fue arruinada, en aquel mismo día se hizo sentir sobre mí la virtud del Señor, y me condujo allá a Jerusalén .


Y tuve una visión semejante a aquella que yo había tenido cuando el Señor vino para destruir la ciudad, y su semblante era conforme a la imagen que yo había visto cerca del río Cobar, y me postré sobre mi rostro.


Y sucedió en el año sexto, el sexto mes, el día cinco, que estando yo sentado en mi casa, estándolo alrededor mío los ancianos de Judá, súbito se hizo sentir sobre mí la virtud del Señor Dios.


Mas el día veinticuatro del primer mes estaba yo a la orilla del gran río Tigris.


Palabras del Señor, dichas a Oseas, hijo de Beeri, en el tiempo de Ozías, de Joatán, de Acaz, de Ezequías , reyes de Judá, y en los días de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.


Palabra de Dios, revelada a Joel, hijo de Fatuel.


enseñadas por impostores llenos de hipocresía, que tendrán la conciencia cauterizada, o ennegrecida de crímenes,


Verdad es que hubo también falsos profetas en el antiguo pueblo de Dios, así como se verán entre vosotros, maestros embusteros, que introducirán con disimulo sectas de perdición, y renegarán del Señor que los rescató, acarreándose a sí mismos una pronta venganza.


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