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Éxodo 8:15 - Biblia Torres Amat 1825

15 Mas el faraón, viéndose libre del mal, endureció su corazón, y no dio oídos a Moisés y Aarón, como el Señor lo había dispuesto o predicho.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Pero cuando el faraón vio que había alivio, se puso terco y se negó a escuchar a Moisés y a Aarón, tal como el Señor había dicho.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Entonces los brujos dijeron a Faraón: 'Aquí está el dedo de Dios. Pero Faraón se puso más porfiado y no quiso hacerles caso, tal como Yavé lo había dicho anteriormente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Pero cuando Faraón vio que había un alivio, endureció su corazón, y no los escuchó, tal como YHVH había hablado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Dijeron los magos al Faraón: 'El dedo de Dios está aquí'. Pero el corazón del Faraón se endureció y, como lo había predicho Yahveh, no los escuchó.

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Éxodo 8:15
24 Referans Kwoze  

Entretanto avisaron al rey de los egipcios que el pueblo iba huyendo; y se trocó el corazón del faraón y de sus servidores en orden al pueblo, y dijeron: ¿En qué pensábamos al soltar a Israel para que dejase de servirnos?


Le dijo asimismo el Señor cuando volvía a Egipto: Mira que hagas delante del faraón todos los portentos para los cuales te he dado poder. Yo endureceré su corazón, y no dejará partir a mi pueblo.


y con todo no ha de escucharos. Pero yo extenderé mi mano sobre Egipto, y sacaré al ejército y pueblo mío, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, a fuerza de grandes castigos.


y las juntaron en inmensos montones: con lo que quedó la tierra llena de hediondez o mal olor.


Dijo, pues, el Señor a Moisés: Di a Aarón que extienda su vara y hiera el polvo de la tierra, para que nazcan mosquitos en todo el territorio de Egipto.


A lo que dijo el faraón: Yo os dejaré ir a ofrecer sacrificios en el desierto al Señor Dios vuestro, con tal que no vayáis más lejos; rogad por mí.


Y dijo Moisés: Saliendo de tu presencia oraré al Señor, y mañana las moscas se alejarán del faraón, de sus siervos y de su pueblo; pero no quieras engañame ya más, impidiendo que el pueblo vaya a ofrecer sacrificios al Señor.


Mas se endureció también el corazón del faraón, de suerte que tampoco esta vez dejó salir al pueblo.


Pero el faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: Rogad al Señor que aparte las ranas de mí y del pueblo mío, que yo dejaré ir a vuestro pueblo, para que ofrezca sacrificios al Señor.


Como el perro que vuelve a lo que ha vomitado; así es el imprudente que repite o recae en su necedad.


Al hombre de dura cerviz, que desprecia al que le corrige, le sorprenderá de repente su total ruina, y no tendrá remedio.


Y sucede que los hijos de los hombres, viendo que no se pronuncia luego la sentencia contra los malos, cometen la maldad sin temor alguno.


Levanta, ¡oh Señor!, tu mano, y no vean ellos tu gloria; pero al fin la verán los que envidian a tu pueblo, y quedarán confundidos; y serán devorados por el fuego tus enemigos.


¿Qué es los que podré yo hacer contigo, oh Efraín? ¿Qué haré contigo oh Judá? La piedad vuestra es como una nube o niebla de la mañana, o cual rocío de la madrugada, que luego desaparece.


Pues algunos de los que la habían oído, irritaron al Señor, aunque no todos aquellos que salieron del Egipto por medio de Moisés.


en donde vuestros padres me tentaron, queriendo hacer prueba de mi poder, y en donde vieron las cosas grandes que hice.


Y los hombres, abrasándose con el calor excesivo, blasfemaron el Nombre de Dios que tiene en su mano estas plagas, en vez de hacer penitencia para darle gloria.


Mas las vacas habiendo comenzado a marchar se dirigieron, vía recta, por el camino que va a Betsamés; y seguían como de acuerdo el mismo camino, tirando adelante y mugiendo sin desviarse a la diestra ni a la siniestra. Los sátrapas de los filisteos fueron siguiendo detrás en observación hasta llegar al territorio de Betsamés.


Si remitís el arca del Dios de Israel, no habéis de remitirla vacía; sino pagadle con algún presente lo que debéis por el pecado, y entonces sanaréis; y conoceréis por qué la mano de Dios no cesa de castigaros.


¿Por qué endurecéis vuestros corazones, como endurecieron el suyo Egipto y el faraón? ¿No es así que después de haber sido castigado con varias plagas, entonces soltó a los israelitas, para que se fuesen?


Y estaréis en observación; y si viereis que toma el camino que va a su país, hacia Betsamés, sabed que el Dios de Israel es quien nos ha causado tan grande mal; pero si no, no ha sido él; y sabremos que no es su mano la que nos ha azotado, sino que ha sido un efecto casual.


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