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Éxodo 34:29 - Biblia Torres Amat 1825

29 Y al bajar Moisés del monte Sinaí , traía consigo las dos tablas de la ley, mas no sabía que a causa de la conversación con el Señor, despedía su rostro rayos de luz.

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Biblia Reina Valera 1960

29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto, no se daba cuenta de que su rostro resplandecía porque había hablado con el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, tenía en las manos las dos tablas de las Declaraciones divinas donde estaban escritas las leyes de la Alianza, y no sabía que la piel de su cara se había vuelto radiante, por haber hablado con Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte Sinay con las dos tablas del testimonio (las que estaban en mano de Moisés al bajar del monte), no advirtió Moisés que la tez de su rostro resplandecía por haber hablado con Él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Al descender Moisés del monte Sinaí llevaba las dos tablas del testimonio en sus manos. No sabía él que la tez de su rostro resplandecía por haber conversado con Yahveh.

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Éxodo 34:29
22 Referans Kwoze  

Lo que visto por los hijos de Israel se dijeron unos a otros: ¿Manhú?, que significa: ¿Qué es esto? Porque no sabían qué cosa fuese. A los cuales dijo Moisés: Este es el pan que el Señor os ha dado para comer.


Concluidos estos razonamientos en el monte Sinaí , dio el Señor a Moisés las dos tablas de piedra, que contenían la ley, escritas por el dedo de Dios.


Entonces Moisés bajó del monte, trayendo en su mano las dos tablas de la ley, escritas por ambas partes,


Cuando salía Moisés del Tabernáculo, los israelitas veían su cara despidiendo rayos de luz; mas él la cubría de nuevo, siempre que les hablaba.


Resalta en el rostro del hombre su sabiduría, y el Todopoderoso le mudará el semblante.


se transfiguró en su presencia; de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la nieve.


Y habiendo vuelto, los encontró de nuevo dormidos (porque sus ojos estaban cargados de sueño) y no sabían qué responderle.


Porque él no sabía lo que decía; por estar todos sobrecogidos del pasmo.


Y él les respondió: ¿Cómo es que me buscabas? ¿No sabíais que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre?


Y mientras estaba orando, apareció diversa la figura de su semblante, y su vestido se volvió blanco y refulgente.


Mas el que había sido curado, no sabía quién era. Porque Jesús se había retirado del tropel de gentes que allí había.


Salió, pues, y le iba siguiendo, bien que no creía ser realidad lo que hacía el ángel; antes se imaginaba que era un sueño lo que veía.


A esto respondió Pablo: Hermanos, no sabía que fuese el príncipe de los sacerdotes. Porque realmente escrito está: No maldecirás al príncipe de tu pueblo.


Entonces fijando en él los ojos todos los del concilio, vieron su rostro como el rostro de un ángel.


Y no hacemos como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, por cuanto no podían los hijos de Israel fijar la vista en el resplandor de su cara, aunque no debía durar,


Y a la vuelta bajando del monte, puse las tablas en el Arca que había hecho, donde están todavía, como me mandó el Señor.


Pero la mujer, habiéndolos escondido, respondió: Es verdad que vinieron a mi casa; mas yo no sabía de dónde eran,


Lo cual como viese el rey de Hai, salió de mañana a toda prisa de la ciudad con todo su ejército, y encaminó sus tropas hacia el desierto, sin saber que dejaba una emboscada a las espaldas.


Y así que le vi, caí a sus pies como muerto. Mas él puso su diestra sobre mí, diciendo: No temas. Yo soy el primero y el último, o principio y fin de todo;


el cual tenía en su mano un librito abierto, y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra,


Y le dijo en seguida: ¡Sansón, los filisteos se echan sobre ti! El cual despertando del sueño, dijo en su interior: Saldré como hice antes, y me desembarazaré de ellos; no conociendo o advirtiendo que el Señor se había retirado de él.


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