34 Entonces los israelitas se llevaron su masa de pan sin agregarle levadura. Envolvieron las tablas de amasar en sus mantos y las cargaron sobre los hombros.
Y cocieron la harina que acababan de transportar amasada de Egipto, e hicieron panes ázimos, cocidos al rescoldo, porque no habían podido echarles levadura, por la prisa que les metían los egipcios para que saliesen, no permitiéndoles ninguna dilación: ni habían podido pensar en disponer comida alguna para el viaje.
Y criará el río tanta rana, que subirán y se meterán por tu casa, y entrarán en el aposento donde duermes y en tu misma cama, como también en las casas de tus servidores, y en las de todo tu pueblo, y hasta en tus hornos y en los repuestos de tus viandas.
Y añadió esta otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura, que cogió una mujer y la mezcló con tres satos o celemines de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada.