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Éxodo 11:2 - Biblia Torres Amat 1825

2 Dirás, pues, a todo el pueblo que cada uno pida a su amigo, y cada mujer a su vecina, alhajas de plata y oro.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Diles a todos los hombres y a todas las mujeres israelitas que pidan a sus vecinos egipcios objetos de plata y de oro».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 No olvides de decir a todo mi pueblo que cada uno pida a su amigo, y cada mujer a su vecina, objetos de oro y plata.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Habla ahora a oídos del pueblo para que cada varón pida a su vecino° y cada mujer a su vecina utensilios de plata y utensilios de oro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Habla, pues, al pueblo para que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y oro'.

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Éxodo 11:2
16 Referans Kwoze  

Y sacando alhajas de oro, y plata, y vestidos preciosos, se los regaló a Rebeca, y ofreció también ricos presentes a sus hermanos, y a la madre.


Por manera que Dios ha tomado la hacienda de vuestro padre, y me la ha dado a mí.


Y sacó a Israel cargado de oro y plata, sin que hubiese un enfermo en todas sus tribus.


Del Señor es la tierra y cuanto ella contiene; el mundo y todos sus habitantes.


Haré también que ese pueblo mío halle gracia en los ojos de los egipcios, para que al partir no salgáis vacíos;


sino que cada mujer ha de pedir a la vecina y a su casera alhajas de plata y oro, y vestidos preciosos; vestiréis con ellos a vuestros hijos e hijas, y despojaréis a Egipto.


Les respondí yo: ¿Quién de vosotros tiene oro? Le trajeron, y me lo dieron; lo eché en el fuego, y salió de él ese becerro.


Hombres y mujeres presentaron sus ajorcas y zarcillos, sortijas y brazaletes; toda alhaja de oro fue puesta aparte para ser ofrecida al Señor.


El hombre de bien deja por herederos a sus propios hijos y nietos; mas la hacienda del pecador está reservada para el justo.


Por lo demás mía es la plata, dice el Señor de los ejércitos, y mío el oro.


¿Acaso no puedo yo hacer de lo mío lo que quiero?; ¿o ha de ser tu ojo malo o envidioso, porque yo soy bueno?


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