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Ester 4:1 - Biblia Torres Amat 1825

1 Habiendo sabido esto Mardoqueo, rasgó sus vestidos, y se vistió de un saco o cilicio, esparciendo ceniza sobre su cabeza; y en medio de la plaza de la ciudad clamaba en alta voz, manifestando la amargura de su corazón;

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Biblia Reina Valera 1960

1 Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que había ocurrido, se rasgó su ropa, se vistió de tela áspera, se arrojó ceniza y salió por la ciudad llorando a gritos con un amargo lamento.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Al enterarse Mardoqueo de esas determinaciones rasgó su ropa, se puso un saco y se cubrió de ceniza, luego salió a recorrer la ciudad lanzando gritos desgarradores.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Mardoqueo supo todo lo que se había hecho. Entonces Mardoqueo rasgó sus vestidos y se vistió de saco° y de ceniza, y entró al medio de la ciudad,° y allí clamó amargamente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Cuando Mardoqueo supo todo lo que estaba ocurriendo, rasgó sus vestiduras, se vistió de sayal, se cubrió de ceniza y salió por toda la ciudad, clamando con grandes y amargos clamores,

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Ester 4:1
27 Referans Kwoze  

Oídas las palabras del padre, arrojó Esaú un grito furioso; y consternado, dijo: Dame también a mí tu bendición, ¡oh padre mío!


Y rasgándose los vestidos, se vistió de cilicio, llorando por mucho tiempo a su hijo.


Al punto David asió sus vestidos, y los rasgó, haciendo lo mismo cuantos le acompañaban.


Entonces Tamar esparciendo ceniza sobre su cabeza, y rasgando su ropa talar, se fue dando gritos y cubriéndose con ambas manos la cabeza.


y con estos alaridos iba hasta las puertas de palacio. Porque no era lícito que uno vestido de cilicio entrase dentro del palacio real.


Asimismo en todas las provincias, ciudades y pueblos, a donde había llegado el cruel edicto del rey, era grande la consternación de los judíos; ayunaban, prorrumpían en alaridos y lamentos, usando muchos de cilicio y ceniza en lugar de cama.


Entonces Job se levantó y rasgó sus vestidos, y habiéndose hecho cortar a raíz el pelo de la cabeza se postró en tierra y adoró al Señor,


y de suerte que sentado en un estercolero, se raía la podredumbre con un casco de teja.


Por eso yo me acuso a mí mismo, y hago penitencia envuelto en polvo de ceniza.


Mi corazón dará suspiros por Moab; sus sostenedores huirán hasta Segor, ciudad fuerte, cual novilla de tres años. Por la cuesta de Luit subirá cada uno llorando, y por el camino de Oronaím irán dando gritos de quebranto.


porque día es este de mortandad, y de devastación, y de gemidos, prefijado por el Señor Dios de los ejércitos para el valle de la Visión; él va socavando en busca de los cimientos de la muralla, y hace ostensión de su gloria sobre el monte.


y envió a Eliacim, mayordomo mayor de su palacio, y a Sobna, doctor de la ley y a los más ancianos de entre los sacerdotes, vestidos de cicilio a encontrar al profeta Isaías, hijo de Amós,


a quien le dijeron: Esto dice Ezequías : Día de tribulación y de castigo, y día de blasfemia es éste, las criaturas están ya a punto de nacer, y falta la fuerza en la madre para parirlas.


El ayuno que yo aprecio, ¿consiste acaso en que un hombre mortifique por un día su alma, o en que traiga su cabeza inclinada o baja de modo que casi forme un círculo, o se tienda sobre el círculo y la ceniza? ¿Por ventura a esto lo llamarás tú ayuno y día aceptable al Señor?


Yo la di a afilar para tenerla a la mano; aguzada ha sido esta espada, acicalada ha sido ella para que la empuñe el matador.


Pero tú, oh hijo de hombre, gime como quien tiene quebrantados sus lomos, y gime en la amargura de tu corazón, a vista de éstos.


Y volvía mi rostro hacia el Señor Dios mío, para dirigirle mis ruegos y súplicas, con ayunos, y vestidos de cilicio, y cubierto de ceniza.


Por este motivo yo suplicaré y prorrumpiré en alaridos; andaré despojado y desnudo, y aullaré como los dragones, y daré gritos lastimeros como los avestruces.


Cerca está el día grande del Señor, está cerca, y va llegando con suma velocidad; amargas voces serán las que se oigan en el día del Señor; los poderosos se verán entonces en aprie-tos.


¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han obrado en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia, cubiertas de ceniza y de cilicio.


Lo cual apenas entendieron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgando sus vestidos, rompieron por medio del gentío, clamando,


Entonces Josué rasgó sus vestidos, y estuvo postrado pecho por tierra delante del Arca del Señor hasta la tarde, así él como todos los ancianos de Israel y cubrieron de cenizas sus cabezas.


Estos son dos olivos y dos candeleros puestos en la presencia del Señor de la tierra.


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