24 Se interrumpió entonces la construcción de la casa del Señor en Jerusalén , y no volvió a emprenderse hasta el año segundo del reino de Darío, rey de los persas.
Al segundo año de su arribo al lugar del templo de Dios en Jerusalén , el mes segundo, pusieron mano a la obra Zorobabel, hijo de Salatiel, y Josué, hijo de Josedec, con los otros hermanos suyos sacerdotes y levitas, y todos los que habían venido del cautiverio a Jerusalén ; y destinaron a los levitas de veinte años arriba para dar prisa a la obra del Señor.
Con esto fue leído el tratado del edicto del rey Artajerjes en presencia de Reum Beelteem, y de Samsai, secretario, y de los de su consejo; y a toda prisa pasaron a Jerusalén , y a mano armada hicieron desistir a los judíos.
Además sobornaron contra ellos consejeros del rey, que les fustraron su designio durante la vida de Ciro, rey de los persas, y hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
En este tiempo profetizaron el profeta Ageo y Zacarías, hijo de Addo, predicando a los judíos que habitaban en la Judea y en Jerusalén en nombre del Dios de Israel.
Mas el ojo de su Dios, o su providencia, miró favorablemente a los ancianos de los judíos, y así no pudieron impedirles la construcción. Convinieron al fin en que se diese parte a Darío, y que satisficiesen entonces a aquella reconvención.
Los ancianos de los judíos por su parte llevaban adelante la construcción, saliéndoles todo con felicidad, según la profecía de Aggeo profeta, y de Zacarías, hijo de Addo; y con esto erigieron y construyeron el edificio por mandato del Dios de Israel, y de orden de Ciro, y de Darío, y de Artajerjes, reyes de Persia.
Les envié, pues, a decir por mis mensajeros: Traigo entre manos una obra de importancia, y no puedo ir allá, no sea que se atrase, si yo me separo para ir a vosotros.
La verdad es que todos ellos tiraban a meternos miedo, imaginándose que alzaríamos la mano de la obra, y la abandonaríamos. Pero yo por lo mismo cobré más aliento.
Y ahora te comunicaré yo la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto sobrepujará a todos los otros por sus inmensas riquezas; y cuando se haya enriquecido sobre todos, incitará a todas las gentes contra el reino de la Grecia.
Sábete, pues, y nota atentamente: Desde que salga la orden o edicto para que sea reedificada Jerusalén , hasta el Mesías príncipe, pasarán siete semanas, y sesenta y dos semanas; y será nuevamente edificada la plaza, o ciudad, y los muros en tiempos de angustia.
En el año segundo del rey Darío, en el sexto mes, el día primero del mes, el Señor habló por medio de Ageo, profeta, a Zorobabel, hijo de Salatiel, príncipe o gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josedec, sumo sacerdote, diciendo:
Pero fijad vuestra atención desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del mes noveno, desde el día en que se echaron los cimientos del templo del Señor, parad vuestra atención.