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Eclesiastés 9:2 - Biblia Torres Amat 1825

2 sino que todo se reserva incierto para lo venidero; porque ahora todas las cosas suceden igualmente al justo como al impío, al bueno y al malo, al limpio y al no limpio, al que sacrifica víctimas y al que desprecia los sacrificios: en suma, así es tratado el inocente como el pecador, y el que jura verdad como el perjuro.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 A la larga, a todos les espera el mismo destino, sean justos o malvados, buenos o malos, religiosos o no religiosos, estén o no ceremonialmente puros. Las personas buenas reciben el mismo trato que los pecadores, y las personas que hacen promesas a Dios reciben el mismo trato que los que no las hacen.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Y no tiene sentido el que todos tengan la misma suerte: el justo y el malo, el hombre puro y el que no lo es, el que ofrece sacrificios y el que no los ofrece, el que se compromete con un voto y el que teme hacerlo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Todo acontece a todos de una misma forma. Lo mismo le ocurre al justo que al impío, al bueno, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; tanto al recto como al pecador, al que jura en vano° como al que respeta su juramento.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 vanidad. Todos corren la misma suerte: el justo y el impío, el bueno y el malvado, el puro y el impuro, el que sacrifica y el que no sacrifica. Lo mismo es del bueno que del pecador, del que jura como del que teme jurar.

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Eclesiastés 9:2
22 Referans Kwoze  

para tomarte juramento por el Señor Dios del cielo y de la tierra, que no casarás a mi hijo con mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales habito;


Una sola cosa he afirmado, y es que el Señor consume con trabajos así al inocente como al impío.


Porque me llené de celos al contemplar a los impíos, al ver la prosperidad de los pecadores.


Dios, al hombre que le es grato, le da sabiduría, y ciencia, y contentamiento; mas al pecador le envía aflicción e inútiles cuidados de acumular y almacenar bienes para dejarlos a quien Dios quiera; lo que no menos es vanidad e inútil tormento de ánimo.


Porque muere el hombre a semejanza de las bestias, y en tener que morir son ambos de igual condición; pues como el hombre muere, así mueren ellas; todos respiran de la misma manera; y el hombre, después del pecado, no tiene ninguna exención sobre las bestias; todo está sujeto a la vanidad del sepulcro,


Mas el avaro, aunque haya vivido dos mil años, si no ha podido gozar de los bienes, ¿acaso no corren todas las cosas con él a un mismo paradero?


Bueno es que socorras al justo; mas no por eso retires tu mano de otros que no lo son; pues quien teme a Dios a nadie desecha.


Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del festín; pues en aquélla se recuerda el paradero de todos los hombres, y el que vive considera lo que le ha de suceder un día.


Volví mi consideración a otro asunto, y observé que debajo del sol ni la ventaja en la carrera es de los ligeros, ni de los valientes la victoria en la guerra; ni el pan para los sabios; ni para los doctos las riquezas; ni de los peritos en las artes es el crédito; sino que todo se hace como por azar y a la ventura.


Esta es la cosa más intrincada y peligrosa de todas cuantas pasan debajo del sol, el ver que todos están sujetos a los mismos azares, de donde nace que los corazones de los hijos de los hombres se llenan de malicia y de orgullo durante su vida, y después de esto son llevados a los infiernos.


a hombres, y mujeres, y niños, y a las hijas del rey, y a todas las personas que había dejado Nabuzardán, general del ejército, con Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, y al profeta Jeremías, y a Baruc, hijo de Nerías,


Por eso ahora llamamos bienaventurados a los soberbios, pues viviendo impíamente hacen fortuna y provocan a Dios, y con todo quedan salvos.


Y vosotros cambiaréis entonces de parecer, y conoceréis la diferencia que hay entre el justo y el impío, y entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.


Y me acercaré a vosotros para juzgaros, y yo seré pronto testigo contra los hechiceros, y adúlteros, y perjuros, y contra los que defraudan al jornalero su salario, y oprimen las viudas y pupilos, y los extranjeros, sin temor alguno de mí, dice el Señor de los ejércitos.


Entrado que hubo el pueblo en el bosque, vio destilar la miel; mas nadie osó tomarla y acercársela a la boca; porque temían todos violar el juramento del rey.


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