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Eclesiastés 5:10 - Biblia Torres Amat 1825

10 El avariento jamás se saciará de dinero, y quien ama ciegamente las riquezas ningún fruto sacará de ellas. Luego también es esto vanidad.

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Biblia Reina Valera 1960

10 El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Los que aman el dinero nunca tendrán suficiente. ¡Qué absurdo es pensar que las riquezas traen verdadera felicidad!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Si se acrecienta la riqueza, se multiplican también los que se la comen: ¿y qué saca su dueño con tenerla? Sólo el gusto de verla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 El que ama la plata nunca se saciará de la plata, y el que ama la riqueza no sacará ganancia, y también esto es vanidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Donde hay mucha riqueza hay muchos a comerla, y ¿qué consigue con ello el propietario más que el verlo con sus ojos?

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Eclesiastés 5:10
21 Referans Kwoze  

Cuando Doeg, idumeo, fue a dar aviso a Saúl, diciéndole que David había estado en casa de Aquimelec. ¿Por qué haces alarde de tu malignidad, tú que sólo empleas el valimiento para obrar la iniquidad?


He ahí el hombre que no contó con el favor de Dios, sino que puso su confianza en sus grandes riquezas, y no hubo quien le apeara de su vanidad.


No queráis confiar en la justicia, ni codiciar robos; aun si las riquezas os vienen en abundancia, no pongáis en ella vuestro corazón.


aplicado he igualmente mi corazón al conocimiento de la prudencia, y de la doctrina, y de los errores y desaciertos. Mas he visto que aun esto mismo era todo trabajo y aflicción de espíritu.


Todas las cosas del mundo son difíciles: no puede el hombre comprenderlas ni explicarlas con palabras. Nunca se harta el ojo de mirar, ni el oído de oír cosas nuevas.


En suma, nunca negué a mis ojos nada de cuanto desearon; ni vedé a mi corazón el que gozase de todo género de deleites, y se recrease en las cosas que tenía yo preparadas; antes bien juzgué ser esta mi suerte el disfrutar de mi trabajo o industria.


Mas volviendo la vista hacia todas las obras de mis manos, y considerando los trabajos en que tan inútilmente me había afanado, vi que todo era vanidad y aflicción de espíritu, y que nada hay estable en este mundo.


Dios, al hombre que le es grato, le da sabiduría, y ciencia, y contentamiento; mas al pecador le envía aflicción e inútiles cuidados de acumular y almacenar bienes para dejarlos a quien Dios quiera; lo que no menos es vanidad e inútil tormento de ánimo.


Porque muere el hombre a semejanza de las bestias, y en tener que morir son ambos de igual condición; pues como el hombre muere, así mueren ellas; todos respiran de la misma manera; y el hombre, después del pecado, no tiene ninguna exención sobre las bestias; todo está sujeto a la vanidad del sepulcro,


Infinito es el número de la gente que lo precedió, y llenó de aplausos; mas los que vendrán después, ya no estarán contentos con él. Conque también esto es vanidad y aflicción de espíritu.


Pasé también a contemplar todas las obras o destinos de los hombres; y advertí que sus habilidades están expuestas a la envidia del prójimo, y que así aun en esto hay vanidad y cuidados inútiles.


Un hombre solo que no tiene heredero, ni hijo ni hermano; y sin embargo no cesa de afanarse, ni se hartan de bienes sus ojos; ni le ocurre el preguntarse a sí mismo: ¿Yo para quién trabajo? ¿Y por qué me privo del uso de estos bienes? Vanidad es ésta también y aflicción grandísima del ánimo.


y hay, en fin, sobre todos un soberano, a quien toda la tierra sirve reverente.


Todo el afán del hombre es para saciar su boca o apetito; mas su alma, que es inmortal, no quedará con esto saciada.


No queráis amontonar tesoros para vosotros en la tierra, donde el orín y la polilla los consumen, y donde los ladrones los desentierran y roban.


Nadie puede servir a dos señores; porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o si se sujeta al primero, mirará con desdén el segundo. No podéis servir a Dios y a las riquezas.


Con esta ocasión les dijo: Estad alertas, y guardaos de toda avaricia; que no depende la vida del hombre de la abundancia de los bienes que él posee.


Pero tú, ¡oh varón de Dios!, huye de estas cosas, y sigue en todo la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre.


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