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Daniel 9:7 - Biblia Torres Amat 1825

7 Tuya es, ¡oh Señor!, de tu parte está la justicia; para nosotros la confusión de nuestro rostro; como está hoy sucediendo a todo hombre de Judá, y a todo habitante de Jerusalén , a todo Israel, así a aquellos que están cerca como a los que están lejos, en todos los países a donde los arrojaste por causa de las maldades con que te ofendieron.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 »Señor, tú tienes la razón; pero como ves, tenemos el rostro cubierto de vergüenza. Esto nos sucede a todos, tanto a los que están en Judá y en Jerusalén, como a todo el pueblo de Israel disperso en lugares cercanos y lejanos, adondequiera que nos has mandado por nuestra deslealtad a ti.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Tú, Señor, has sido justo y nosotros sólo tenemos derecho a la vergüenza como en ese día, nosotros la gente de Judá, los habitantes de Jerusalén y todo Israel, estemos cerca o lejos en todos los países donde nos dispersaste por culpa de las infidelidades que cometimos contra ti.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 ¡Oh Adonay, tuya es la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo judío, los moradores de Jerusalem, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 A ti, Señor, la justicia; a nosotros, la vergüenza en el rostro, como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todos los países adonde los arrojaste por las infidelidades que cometieron contra ti.

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Daniel 9:7
34 Referans Kwoze  

Y después de todos los desastres que han caído sobre nosotros por nuestras pésimas obras, y por nuestros gran pecado, tú, oh Dios nuestro, nos has librado de la pena de nuestra iniquidad, y nos has salvado, como se ve hoy día;


Justo eres tú, oh Señor Dios de Israel; nosotros hemos quedado para que seamos salvados por ti, como se ve este día. Aquí estamos delante de ti con nuestro delito, para que lo perdones; porque no se puede sostener o excusar en tu presencia tal atentado.


Justo eres tú en todos estos males que han llovido sobre nosotros; porque tú has cumplido fielmente las promesas; mas nosotros hemos procedido inicuamente.


Justo eres, oh Señor, y rectos son tus juicios.


Todo el día tengo delante de los ojos mi ignominia, y está mi rostro cubierto de confusión,


Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios salvador mío!, y ensalzará mi lengua tu justicia.


contra ti solo he pecado; y he cometido la maldad delante de tus ojos) a fin de que perdonándome, aparezca justo cuando hables, y quedes victorioso en los juicios que de ti se formen.


Y enarbolará un estandarte entre las naciones, y reunirá los fugitivos de Israel, y recogerá los dispersos de Judá de los cuatro puntos de la tierra.


Israel, ha sido salvado por el Señor con salvación eterna: No seréis confundidos, ni tendréis de qué avergonzaros nunca jamás.


Verdaderamente, Señor, conozco que tú eres justo, aunque yo ose pedirte la razón de algunas cosas. A pesar de eso yo te diré una queja mía al parecer justa: ¿por qué motivo a los impíos todo les sale prósperamente, y lo pasan bien todos los que prevarican y obran mal?


En aquellos días suyos, Judá será salvo, e Israel vivirá tranquilamente; y el nombre con que será llamado aquel rey, es el de Justo Señor o Dios nuestro.


Y haré que sean vejados y maltratados en todos los reinos de la tierra, y vendrán a ser el oprobio, la fábula, el escarmiento y la execración de todos los pueblos a donde los haya arrojado.


Moriremos en nuestra afrenta, y quedaremos cubiertos de nuestra ignominia; porque contra nuestro Dios hemos pecado nosotros, nuestros padres, desde nuestra mocedad hasta el día de hoy; y no hemos escuchado la voz del Señor Dios nuestro.


Por la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, cometida cuando me provocaron a ira ellos, y sus reyes, y sus príncipes, y sus sacerdotes, y sus profetas, los varones de Judá y los habitantes de Jerusalén ;


En aquellos días Judá conseguirá su salvación, y vivirá Jerusalén en plena paz; y el nombre con que se llamarán será éste: El Señor, nuestro Justo.


Se estarán día y noche alrededor de ella como los guardas en las heredades; porque me ha provocado a ira, dice el Señor.


Pero, ¿es acaso a mí, dice el Señor, a quien irritan ellos, y perjudican? ¿No es más bien a sí mismos a quien hacen daño, cubriéndose así de ignominia?


a fin de que te acuerdes de tus crímenes, y te confundas, y no te atrevas a abrir la boca de pura vergüenza, cuando yo me hubiere aplacado contigo, después de todas tus fechorías, dice el Señor Dios.


Vosotros entonces traeréis a la memoria vuestras perversas costumbres y depravados afectos, y miraréis con amargura las maldades e iniquidades vuestras.


Por eso se verá en ti que los padres comerán a sus hijos, y los hijos comerán a sus padres, y cumpliré mis castigos en medio de ti, y aventaré o dispersaré a todo viento todos cuantos de ti quedaren.


El que esté lejos de Jerusalén morirá de peste; y el que esté cerca caerá bajo el filo de la espada; y el que se librare y fuere sitiado, morirá de hambre, y yo desahogaré en ellos mi indignación.


Y no se descuidó el Señor de enviar el castigo, y le descargó sobre nosotros, justo es el Señor Dios nuestro en todas las obras que él hace; pues nosotros no quisimos escuchar su voz.


Dígnate escuchar, ¡oh Dios mío!, y atiende, abre tus ojos, y mira nuestra desolación y la de la ciudad, en la que se invocaba tu santo Nombre; pues postrados delante de ti te presentamos nuestros humildes ruegos; confiando, no en nuestra justicia, sino en tu grandísima misericordia.


Señor, justa es la confusión de nuestro rostro, la de nuestros reyes, la de nuestros príncipes, y la de nuestros padres, todos los cuales pecaron.


Pues he aquí que por orden mía será agitada en medio de todas las naciones la casa de Israel, como se zarandea el trigo en un harnero, y no caerá por tierra un solo granito.


Mas ¿y qué frutos sacasteis entonces de aquellos desórdenes de que ahora os avergonzáis? En verdad que la muerte es el fin a que condu-cen.


Perfectas son todas las obras de Dios y rectos todos sus caminos. Dios es fiel y sin sombra de iniquidad, íntegro y justo.


y esparcirá por todas las naciones, y quedaréis reducidos a pocos entre las gentes a donde el Señor os ha de llevar.


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