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Daniel 9:13 - Biblia Torres Amat 1825

13 Todo este mal vino sobre nosotros, conforme está escrito en la ley de Moisés, y no recurrimos a ti, ¡oh Señor Dios nuestro!, para convertirnos de nuestras maldades y meditar la verdad de tus promesas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Se han cumplido todas las maldiciones de la ley de Moisés escritas contra nosotros. Sin embargo, nos hemos rehusado a buscar la misericordia del Señor nuestro Dios al no reconocer su verdad ni abandonar nuestros pecados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Cayó sobre nosotros la desgracia como está escrito en la Ley de Moisés, pero no apaciguamos a Yavé nuestro Dios, renunciando a nuestra mala conducta y prestando atención a su verdad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Como está escrito en la Ley de Moisés, todo este mal nos ha sobrevenido, y sin embargo no hemos aplacado a YHVH nuestro Dios convirtiéndonos de nuestras iniquidades y reconociendo tu verdad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Como está escrito en la ley de Moisés, cayó sobre nosotros toda esta calamidad, y no aplacamos la faz de Yahveh, nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestras iniquidades y prestando atención a tu verdad.

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Daniel 9:13
35 Referans Kwoze  

Esto dice el Señor: He aquí que yo descargaré sobre este lugar y sobre sus habitantes las calamidades que el rey de Judá ha leído en este libro de la ley;


Los hipócritas y de corazón doble provocan la ira de Dios, y no reclamarán a él sinceramente cuando se vean aprisionados.


Quita el velo a mis ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley.


Enséñame el camino de la santidad y justicia, y contemplaré tus maravillas.


Tus manos, Señor, me hicieron, y me formaron; dame el don de entendimiento, y aprenderé tus mandamientos.


Conviértenos, ¡oh Dios, salvador nuestro!, y aparta tu ira de nosotros.


¡Desdichados! Pues el mismo Señor, el sabio por esencia, les ha enviado calamidades, y no ha dejado de cumplir su palabra; y se levantará contra la casa de los malvados y contra los auxiliadores de los que obran la iniquidad.


Cantad al Señor un nuevo cántico, publicad sus alabanzas hasta los últimos confines de la tierra; vosotros que navegáis por la vasta extensión de los mares, y vosotras, ¡oh islas! y todos sus moradores.


No me ofreciste a mí los carneros en holocausto, ni me has honrado con tus sacrificios; no soy yo aquel a quien tú has servido con ofrendas; ni el que te ha dado el trabajo de quemar el incienso.


Todos nosotros venimos a ser como un inmundo leproso, y como un sucio trapo todas nuestras obras de justificación; como las hojas de los árboles hemos caído todos, y nuestras maldades como un viento impetuoso nos han arrebatado y esparcido.


No hay ninguno que invoque tu Nombre; no hay quien se levante para mediar, y te detenga; nos has escondido tu rostro, y nos has estrellado contra nuestra misma maldad.


y el Señor destruirá en un solo día la cabeza y la cola a los que obedecen sumisos, como a los que gobiernan.


En vano castigué a vuestros hijos; ellos no hicieron caso de la corrección; antes bien vuestra espada acabó con vuestros profetas; como león destrozador,


Se han olvidado de ti todos tus amadores, y no se curarán ya de ti para ser amigos tuyos, en vista de que te he hecho una llaga como de mano hostil y con un terrible azote; porque estás endurecida en tus pecados a causa de tu gran iniquidad.


He escuchado con atención a Efraín, que en su cautiverio dice: Tú me has castigado, oh Señor; yo cual indómito novillo he sido corregido. Conviérteme a ti, y yo me convertiré; pues tú, ¡oh Señor!, eres mi Dios.


Porque sacrificasteis a los ídolos y pecasteis contra el Señor; porque no quisisteis escuchar la voz del Señor, ni observar su ley, ni sus mandamientos e instrucciones, por eso os han sobrevenido estas desgracias que se ven hoy día.


Mirad, yo estaré velando sobre ellos para su daño, y no para su bien; y todos cuantos hombres de Judá se hallan en Egipto, perecerán al filo de la espada y de hambre, hasta que del todo sean exterminados.


Señor, tus ojos están mirando siempre la fidelidad o verdad; azotaste a estos perversos, y no les dolió; los moliste a golpes, y no han hecho caso de la corrección; endurecieron sus frentes más que un peñasco, y no han querido convertirse a ti.


Conviértenos, ¡oh Señor!, a ti, y nos convertiremos; renueva tú nuestros días felices, como desde el principio.


Por cuanto te olvidaste de los días de tu mocedad, y me provocaste con todas esas cosas; por lo mismo yo también he hecho que recaigan sobre ti los desórdenes de tu vida, dice el Señor Dios; y aún no te castigaré conforme merecen los delitos de todas tus abominaciones.


Todo Israel se hizo prevaricador de tu ley, y se desvió para no oír la voz tuya; y así llovió sobre nosotros la maldición y el anatema que está escrito en el libro de Moisés, siervo de Dios, pues pecamos contra el Señor.


E Israel mirará con sus propios ojos humillada la soberbia suya; y con todo eso no se convertirán al Señor Dios suyo, ni después de todas estas cosas irán en busca de él.


No han clamado a mí de corazón; sino que aullaban angustiados en sus lechos; sobre el trigo y sobre el vino era sobre lo que únicamente rumiaban. Se alejaron de mí.


Todos se encendieron en la impiedad como un horno, e incendiaron con ella a sus jueces, o gobernadores; cayeron en ella todos sus reyes; no hay entre ellos quien levante su voz hacia mí.


Entonces les abrió el entendimiento para que entendiesen las Escrituras.


Pues si llamó dioses a aquellos a quienes habló Dios, y no puede faltar la Escritura,


Escrito está en los profetas: Todos serán enseñados de Dios. Cualquiera, pues, que ha escuchado al Padre, y aprendido su palabra, viene a mí.


Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.


pues en ella habéis oído predicar y aprendido, según la verdad de su doctrina,


Y el Señor por su justo juicio no os ha dado hasta el presente un corazón que sienta, ni ojos que miren, ni oídos que quieran escuchar.


Pero pídala con fe sin sombra de duda, o desconfianza; pues quien anda dudando es semejante a la ola del mar alborotada y agitada de viento acá y allá.


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