20 Pero viste, oh rey, que bajaba del cielo un ángel, un Santo, y decía: Corten el árbol, destrúyanlo, pero dejen en la tierra el tronco y las raíces atadas con cadenas de hierro y de bronce en medio de la hierba del campo, que sea mojado por el rocío del cielo y que comparta su alimento con los animales salvajes hasta que pasen siete años sobre él.
20 'En cuanto a lo que vio el rey: a un vigilante, a un santo, que bajaba del cielo y decía: abatid el árbol y destruidlo, pero dejad en la tierra el tocón y sus raíces, atado con cadenas de hierro y de bronce, entre la hierba de los campos; que se empape del rocío del cielo y que comparta su vida con las bestias del campo, hasta que pasen sobre él siete tiempos',
Con el estruendo de su ruina hice estremecer las naciones, así que yo lo vi caer en el infierno con los demás que bajan al sepulcro; y se consolaron allá en lo profundo de la tierra todos los príncipes o árboles del jardín de delicias, insignes y famosos en el Líbano, todos los que eran regados de las aguas.
Depón ese orgullo; mira a Asur, que cual cedro sobre el Líbano, de hermosos ramos y frondosas hojas, y de sublime altura, elevaba su copa en medio de sus densas ramas.
cuyas ramas son hermosísimas y abundantísimos sus frutos, y que da alimento para todos; y debajo de cuya sombra habitan las bestias del campo, y en cuyas ramas anidan las aves del cielo: