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Daniel 10:16 - Biblia Torres Amat 1825

16 Cuando he aquí que aquel, que era semejante a un hijo de hombre, tocó mis labios, y abriendo mi boca, hablé y le dije al varón que estaba parado delante de mí: ¡Oh Señor mío!, así que te he mirado se han desencajado todas mis coyunturas, y me he quedado sin fuerza alguna.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Entonces el que se parecía a un hombre me tocó los labios y abrí la boca y comencé a hablar. Le dije al que estaba de pie frente a mí: —Estoy muy angustiado a causa de la visión que tuve, mi señor, y me siento muy débil.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Pero me tocó los labios un personaje de aspecto humano. Abrí la boca para hablar y dije al que estaba delante de mí: 'Señor mío, esa visión me ha llenado de angustia y me ha descontrolado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Pero he aquí, algo como una semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me quedan fuerzas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Entonces, uno que tenía apariencia humana tocó mis labios. Abrí la boca, hablé y dije al que estaba delante de mí: 'Señor mío, durante la visión sentí grandes dolores y he quedado exhausto.

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Daniel 10:16
29 Referans Kwoze  

Dijo entonces Moisés: Señor, te suplico tengas presente que yo nunca he tenido facilidad en hablar; y aun después que hablas con tu siervo, me siento más embarazado y torpe de lengua.


Todavía él replicó: Te suplico, Señor, que envíes al que has de enviar.


Puesto que la mucha sabiduría trae consigo muchas desazones; y quien acrecienta el saber, también acrecienta el trabajo.


Y luego oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré?, y ¿quién irá por nosotros?; y respondí yo: Aquí estoy; envíame a mí.


Después alargó el Señor su mano, y tocó mis labios; y me añadió el Señor: Mira, yo pongo mis palabras en tu boca;


Y había sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas, como un trono de piedra de zafiro, y sobre aquella especie de trono había la figura como de un personaje.


Mas cuando yo te haya hablado, abriré tu boca, y tú les dirás a ellos: Esto dice el Señor Dios: El que oye, oiga; y quien duerme, duerma: porque es ésta una familia contumaz.


Y la virtud del Señor se había hecho sentir sobre mí la tarde antes que llegase el que había escapado; y el Señor había abierto mi boca antes que este hombre se me presentase por la mañana; y abierta que tuve mi boca no guardé ya silencio.


Yo oí esto, mas no lo comprendí. Y dije: ¡Oh Señor mío!, ¿qué es lo que sucederá después de estas cosas?


Entonces Daniel, que era llamado Baltasar, se quedó pensativo y en silencio como una hora, y lo conturbaban sus pensamientos. Mas el rey tomó la palabra, y dijo: Baltasar, no te turbes por causa del sueño y de su explicación. A lo que respondió Baltasar diciendo: Ojalá, señor mío, que el sueño recaiga sobre los que te quieren mal, y sea para tus enemigos lo que él significa.


Se apoderó de mí el terror. Yo, Daniel, quedé atónito con tales cosas; y las visiones que había tenido llenaron de turbación mi mente.


Aquí acabó el razonamiento. Yo Daniel, quedé muy conturbado con mis pensamientos, y se cambió el color de mi rostro; conservé en mi corazón esta visión admirable.


Y mientras yo Daniel tenía esta visión, y buscaba su inteligencia, he aquí que se presentó delante de mí como una figura de hombre.


Con esto vino, y se paró junto al sitio en que yo estaba; y así que llegó, me postré por tierra, despavorido, y me dijo él entonces: ¡Oh hijo de hombre!, entiende el modo con que se cumplirá esta visión en el tiempo prefijado.


Y mientras él me hablaba, yo caí sobre mi rostro al suelo; mas él me tocó y me hizo volver a mi anterior estado.


Y yo Daniel perdí las fuerzas, y estuve enfermo por algunos días; y restablecido, continuaba despachando en los asuntos del rey; pero estaba pasmado de la visión, sin que hubiese nadie que la interpretase ni conociese.


estando yo todavía profiriendo las palabras de mi oración, he aquí que Gabriel, aquel varón que yo había visto al principio de la visión, volando súbitamente, me tocó en la hora del sacrificio de la tarde;


Y al mismo tiempo recobró el habla y usó de la lengua, y empezó a bendecir a Dios.


Pues yo pondré las palabras en vuestra boca, y una sabiduría a que no podrán resistir, ni contradecir todos vuestros enemigos.


Respondió Tomás, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!


El cual respondió: No soy lo que piensas: sino que soy el príncipe o caudillo del ejército del Señor, que acabo de llegar. Se postró Josué en tierra, sobre su rostro y adorando a Dios, dijo: ¿Qué es lo que ordena mi Señor a su siervo?


Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana más blanca, y como la nieve; sus ojos parecían llamas de fuego;


Oró, pues, Manué al Señor, y dijo: Te ruego, Señor, que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva otra vez y nos enseñe qué debemos hacer con el niño que nacerá.


A lo que respondió Gedeón: Te suplico, Señor mío, me digas: Si el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos han sobrevenido todos estos males? ¿Dónde están aquellas maravillas suyas que nos han contado nuestros padres, refiriéndonos cómo el Señor los sacó de Egipto? Lo cierto es que ahora el Señor nos ha desamparado y entregado en manos de Madián.


Respondió Gedeón y dijo: ¡Ah, Señor mío!, te ruego que me digas ¿cómo he de poder yo libertar a Israel? Tú ves que mi familia es la ínfima en la tribu de Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.


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