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Cantares 5:6 - Biblia Torres Amat 1825

6 Os conjuro, oh hijas de Jerusalén , que si hallareis a mi amado, le contéis cómo desfallezco de amor.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Le abrí a mi amado, ¡pero él ya se había ido! Se me desplomó el corazón. Lo busqué pero no pude encontrarlo. Lo llamé pero no tuve respuesta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Abrí a mi amado, pero mi amado ya se había ido. ¡Se me fue el alma tras de él! Lo busqué y no lo hallé, lo llamé y no me respondió.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Abrí a mi amado, Pero mi amado ya se había ido, Había pasado, Y mi alma salió tras su hablar. Lo busqué, pero no lo hallé, Lo llamé, pero no me respondió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Abrí a mi amado; mas mi amado se había ido ya, se había marchado. Mi corazón salió tras el eco de sus pasos: le busqué y no le hallé.

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Cantares 5:6
30 Referans Kwoze  

dijo a sus hermanos: Me han vuelto el dinero; vedle aquí en el saco. Ellos, atónitos y sobresaltados, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto que ha hecho Dios con nosotros?


Mas el rey le replicó: ¿Qué tengo yo con vosotros, oh hijos de Sarvia? Dejadlo maldecir; pues el Señor ha dispuesto que maldiga a David. ¿Y quién osará preguntarle por qué lo ha dispuesto así?


A ti, oh Señor, clamaré, no te hagas sordo a mis ruegos, Dios mío; no sea que no haciendo tú caso de mí, llegue yo a contarme con los que bajan al sepulcro.


¡Oh Señor!, tu buena voluntad es la que ha dado consistencia a mi floreciente estado. Apartaste de mí tu rostro, y al instante fui trastornado.


Me fatigué en dar voces; se me secó la garganta; desfallecieron mis ojos aguardando a mi Dios.


Me acordé de Dios, y me sentí bañado de gozo; me ejercité en la meditación, y caí en un desfallecimiento.


¡Oh Señor Dios de los ejércitos!, ¿hasta cuándo estarás enojado sin escuchar la oración de tu siervo?


entonces me invocarán los impíos, y no los oiré; madrugarán a buscarme y no me hallarán,


Entonces mi amado metió su mano por la ventanilla de la puerta probando si la abriría, y a este ruido que hizo se conmovió mi corazón.


Alcé, pues, la aldaba de mi puerta para que entrase mi amado; pero él se había ya retirado, y seguido adelante. Mi alma había quedado desmayada al eco de su voz; lo busqué, mas no lo hallé; lo llamé a voces, y no me respondió.


Yo soy toda de mi amado, y mi amado es todo mío, el cual se recrea entre azucenas.


He aquí que Dios es el salvador mío; viviré lleno de confianza, y no temeré; porque mi fortaleza y mi gloria es el Señor, y él ha tomado por su cuenta mi salvación.


Porque yo vine al mundo, y no hubo nadie que me recibiese; llamé y no hubo quien me escuchase. ¿Es por ventura que se ha acortado o achicado mi mano, de suerte que no pueda redimir? ¿O no tengo yo poder para libertaros? Sabed que a una amenaza mía haré del mar un desierto, y secaré los ríos; se pudrirán los peces por falta de agua, y morirán en seco.


Que no para siempre he de ejercer la venganza, ni conservar hasta el fin mi enojo; pues de mi boca salió el espíritu, y creé yo las almas.


ya que cada día me requieren como en juicio, y quieren saber mis consejos. Como gente que hubiese vivido justamente, y no hubiese abandonado la ley de su Dios, así me demandan razón de los juicios o decretos de mi justicia y quieren acercarse a Dios.


Me veis aquí a mí y a mis hijos, que me dio el Señor para que sirvan de señal y portento a Israel, de parte del Señor de los ejércitos, que habita en el monte de Sión.


Y aunque yo clame y ruegue, no hace caso de mis plegarias.


Me marcharé y me volveré a mi habitación; hasta tanto que os halléis bien desfallecidos, y vengáis en busca de mí.


Irán a buscar al Señor con la ofrenda de sus rebaños y vacadas, y no lo hallarán, se retiró de ellos.


Y se verificó lo que él había predicho, sin que quisiesen ellos dar oídos a sus palabras. Así es que también ellos clamarán, dice el Señor de los ejércitos, y yo no los escucharé.


Con lo que se acordó Pedro de lo que Jesús le había dicho: Antes que cantar el gallo renegarás de mí tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.


Y al instante cantó el gallo la segunda vez. Con lo que se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: Antes de cantar el gallo por segunda vez, tres veces me habrás ya negado. Y comenzó a llorar.


He aquí que estoy a la puerta de tu corazón, y llamo; si alguno escuchare mi voz y me abriere la puerta, entraré a él, y con él cenaré, y él conmigo.


Consultó, pues, al Señor; mas no le respondió, ni por sueños, ni por los sacerdotes, ni por los profetas.


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