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Apocalipsis 8:12 - Biblia Torres Amat 1825

12 Entonces miré, y oí la voz de un águila que iba volando por medio del cielo, y diciendo a grandes gritos: ¡Ay, ay, ay, de los moradores de la tierra, por causa del sonido de las trompetas que los otros tres ángeles han de tocar!

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Biblia Reina Valera 1960

12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Entonces el cuarto ángel tocó su trompeta, y se dañó la tercera parte del sol y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, y se oscurecieron. Así que la tercera parte del día quedó sin luz, y también la tercera parte de la noche.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Tocó el cuarto ángel su trompeta, y quedó afectada la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas: perdieron un tercio de su claridad, la luz del día disminuyó un tercio, y lo mismo la de la noche.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y el cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciera la tercera parte de ellos,° y el día no resplandeciera en su tercera parte, y asimismo la noche.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Tocó el cuarto ángel. Y fue azotada la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de cada uno de ellos; el día perdió la tercera parte de su brillo, y otro tanto la noche.

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Apocalipsis 8:12
26 Referans Kwoze  

Y castigaré la tierra por sus maldades, y a los impíos por su iniquidad; y pondré fin a la soberbia de los infieles, y abatiré la arrogancia de los fuertes.


¡Oh Señor! Tú eres mi Dios, yo te ensalzaré, y bendeciré tu Nombre; porque has ejecutado cosas maravillosas, designios antiguos y fieles o infalibles. Amén.


Eché una mirada a la tierra, y la vi vacía y sin nada; y a los cielos, y no había luz en ellos.


A su llegada se estremecerá la tierra, los cielos se conmoverán, se oscurecerán el sol y la luna, y las estrellas retirarán su resplandor.


El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de la llegada de aquel grande y espantoso día del Señor.


Se oscurecerán el sol y la luna, y las estrellas retirarán su resplandor.


Y sucederá aquel día, dice el Señor Dios, que el sol se pondrá al mediodía, y la tierra se cubrirá de tinieblas en la mayor luz del día.


Pero después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes o los ángeles del cielo temblarán.


Mas desde el mediodía hasta las tres de la tarde quedó toda la tierra cubierta de tinieblas.


Y pasados aquellos días de tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no alumbrará;


Y a las doce del día se cubrió toda la tierra de tinieblas hasta las tres de la tarde.


Se verán fenómenos prodigiosos en el sol, la luna y las estrellas, y en la tierra estarán consternadas y atónitas las gentes por el estruendo del mar y de las olas,


El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que llegue el día grande y patente del Señor.


para esos incrédulos cuyos entendimientos ha cegado el Dios de este siglo, para que no les alumbre la luz de la buena nueva de la gloria de Cristo , el cual es la imagen de Dios.


En esto parió un hijo varón, el cual había de regir todas las naciones con cetro de hierro; y este hijo fue arrebatado para Dios y para su solio.


El quinto ángel derramó su taza sobre la silla o trono de la bestia; y quedó su reino lleno de tinieblas, y se despedazaron las lenguas en el exceso de su dolor.


Y las estrellas cayeron del cielo sobre la tierra, a la manera que una higuera, sacudida de un recio viento, deja caer sus brevas.


Y el número de las tropas de a caballo era de doscientos millones. Porque yo oí el número de ellas.


Porque la fuerza de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas son semejantes a serpientes, y tienen cabezas, y con éstas hieren.


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