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Apocalipsis 6:8 - Biblia Torres Amat 1825

8 Y cuando hubo abierto el quinto sello, vi debajo o al pie del altar las almas de los que fueron muertos por la palabra de Dios y por ratificar su testimonio.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Levanté la vista y vi un caballo de color verde pálido. El jinete se llamaba Muerte y su compañero era la Tumba. A estos dos se les dio autoridad sobre una cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre y con enfermedad y con animales salvajes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Se presentó un caballo verdoso. Al que lo montaba lo llamaban Muerte, y detrás de él iba otro: el Mundo del Abismo. Se le dio poder para exterminar a la cuarta parte de los habitantes de la tierra por medio de la espada, el hambre, la peste y las fieras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y miré, y he aquí un caballo pálido;° y el que lo montaba tenía por nombre° Muerte, y Hades seguía tras él; y le fue dada autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con pestilencia,° y por las fieras de la tierra.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Miré y apareció un caballo bayo; su jinete tenía por nombre la Peste, y le acompañaba el Hades. Les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra para matar con espada, con hambre o con peste y con las fieras de la tierra.

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Apocalipsis 6:8
26 Referans Kwoze  

Sus pies se encaminan hacia la muerte, y sus pasos van a parar al infierno.


Y dirá el pueblo de Dios en aquel día: Verdaderamente que éste es nuestro Dios; en él hemos esperado, y él nos salvará; éste es el Señor nuestro, nos hemos mantenido en la esperanza y ahora nos regocijaremos; y en la salud que viene de él nos holgaremos.


Cuando ayunaren, no atenderé a sus oraciones, y si ofrecieron holocaustos y víctimas, no los aceptaré; sino que los he de consumir con la espada, con el hambre y con la peste.


He aquí que yo enviaré a muchos pescadores, dice el Señor, los cuales los pescarán; y enviaré después muchos cazadores que los cazarán por todos los montes, y por todos los collados, y por las cuevas de los peñascos.


Morirán de varias enfermedades, y no serán llorados ni enterrados, yacerán como estiércol sobre la superficie de la tierra, y serán consumidos con la espada y el hambre, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.


Y los perseguiré con la espada, con el hambre y con la peste, hasta que sean exterminados de la tierra que yo les di a ellos y a sus padres.


Esto es lo que dice el Señor de los ejércitos: Sabed que yo enviaré contra ellos la espada, el hambre, y la peste, y los trataré como a higos malos, que se arrojan, porque no se pueden comer de puro malos.


Y vendrá y azotará la tierra de Egipto; aquellos que he destinado a la muerte, morirán; irán al cautiverio aquellos que al cautiverio son destinados; y los que lo son a morir al filo de la espada, al filo de la espada morirán.


Y a ti y a todos los peces de tus ríos os arrojaré al desierto; tú caerás muerto sobre la superficie de la tierra, sin que nadie te recoja y dé sepultura, a las bestias de la tierra y a las aves del cielo te entregué para que te devoren.


Una tercera parte de los tuyos morirá de peste, y será consumida de hambre en medio de ti; otra tercera parte perecerá al filo de la espada alrededor tuyo; y a la otra tercera parte de tus hijos la esparciré a todo viento, y aun desenvainaré la espada en pos de ellos.


No obstante, yo los libraré del poder de la muerte; de las garras de la misma muerte los redimiré. ¡Oh muerte!, yo he de ser la muerte tuya; seré tu destrucción, ¡oh infierno! No veo cosa que pueda consolarme.


Mas así como el vino engaña al que lo bebe, así será del hombre soberbio, el cual quedará sin honor; del soberbio, que ensanchó su garganta como el infierno, y es insaciable como la muerte, y quisiera reunir bajo su dominio todas las naciones y amontonar junto a sí todos los pueblos.


En la carroza tercera caballos blancos, y en la cuarta caballos manchados y vigorosos.


Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas, acaso, levantarte hasta el cielo? Serás, sí, abatida hasta el infierno; porque si en Sodoma se hubiesen hecho los milagros que en ti, Sodoma quizá subsistiera aún hoy día.


Es verdad que se armará nación contra nación, y un reino contra otro reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en varios lugares.


¿Dónde está, ¡oh muerte!, tu victoria? ¿Dónde está, ¡oh muerte!, tu aguijón?


Escribe, pues las cosas que has visto, tanto las que son, como las que han de suceder después de éstas.


En esto parió un hijo varón, el cual había de regir todas las naciones con cetro de hierro; y este hijo fue arrebatado para Dios y para su solio.


Y el número de las tropas de a caballo era de doscientos millones. Porque yo oí el número de ellas.


Porque la fuerza de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas son semejantes a serpientes, y tienen cabezas, y con éstas hieren.


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