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Amós 8:4 - Biblia Torres Amat 1825

4 Escuchad esto, vosotros los que oprimís al pobre y estrujáis a los menesterosos del país,

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Biblia Reina Valera 1960

4 Oíd esto, los que explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 ¡Escuchen esto, ustedes que roban al pobre y pisotean al necesitado!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 A ustedes me dirijo, explotadores del pobre, que quisieran hacer desaparecer a los humildes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Oíd esto vosotros, los que pisoteáis al menesteroso y destruís° a los pobres de la tierra,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Escuchad esto, los que aplastáis al pobre y extermináis a los humildes del país

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Amós 8:4
24 Referans Kwoze  

Pero Miqueas, ratificándose, añadió: Por tanto, oye la palabra del Señor: He visto al Señor sentado sobre su solio, y a toda la milicia celestial que estaba a su alrededor a la derecha y a la izquierda.


Cortaron el camino a los pobres, y oprimieron de mancomún a los mansos y humildes del país.


Está su boca llena de maldición y de amargura, y de dolor; debajo de su lengua opresión y dolor para el prójimo.


Pero el Señor mirando a la miseria de los desvalidos, y al gemido de los pobres, dice: Ahora me levantaré yo para defenderlos. Los pondré a salvo; yo les inspiraré confianza.


¿Por ventura no entrarán en conocimiento todos esos que hacen profesión de la iniquidad; esos que devoran a mi pueblo como un bocado de pan?


Yo sé de cierto que el Señor tomará a su cargo la causa del desvalido y la venganza de los pobres.


Para la gente que estaba lejos del santuario. Inscripción para ponerse sobre una columna por David, cuando los extranjeros o filisteos le detuvieron en Get. Apiádate de mí, ¡oh Dios mío!, porque el hombre me está atropellando indignamente; me tiene angustiado, combatiendo todo el día contra mí.


Otra casta de hombres que tienen unos dientes como cuchillos, y despedazan con sus quijadas, y se tragan los desvalidos de la tierra, y los pobres de entre los hombres.


¿De qué me sirve a mí, dice el Señor, la muchedumbre de vuestras víctimas? Ya me tienen fastidiado. Yo no gusto de los holocaustos de carneros, ni de la gordura de los bueyes, ni de la sangre de los becerros, de los corderos y de los machos de cabrío.


Pues vosotros dijisteis: Hemos hecho pacto con la muerte y un convenio con el infierno; cuando venga el azote como un torrente, no llegará a nosotros; porque nos hemos apoyado en la mentira o intriga, y ésta nos pondrá a cubierto.


Y añadió Jeremías profeta al falso profeta Hananías: Oye tú, Hananías: A ti el Señor no te ha enviado, y sin embargo, tomando su Nombre, has hecho que este pueblo confiase en la mentira.


Escucha, ¡oh pueblo insensato y sin cordura!; vosotros que teniendo ojos no veis, y teniendo orejas no oís:


En ti se recibieron regalos para hacer derramar sangre; tú has sido usurera; y por avaricia calumniabas a tus prójimos; y a mí, dice el Señor Dios, me echaste en olvido.


Sea justa vuestra balanza, y justo el efí, y justo el bato.


Por tanto, ya que vosotros despojabais al pobre, le quitabais lo mejor que tenía, edificaréis casas de piedra de sillería, mas no las habitaréis; y plantaréis viñas excelentes, pero no llegaréis a beber su vino.


Porque tengo sabidas vuestras muchas maldades y vuestros escandalosos delitos. Enemigos sois de la justicia, codiciosos de recibir dones, opresores de los pobres en los tribunales.


Y ahora tú, ¡oh Amasías!, escucha la palabra del Señor: Tú me dices a mí: No profetices contra Israel, y no profieras oráculos contra la casa del ídolo.


Y codiciaron las heredades, y las usurparon con violencia, e invadieron las casas; y calumniaron a éste para apoderarse de su casa; y a aquel otro para alzarse con su hacienda.


Los caudillos se comen la carne del pueblo mío, y le quitan la piel, y le machacan los huesos, y le hacen pedazos, como la carne que se mete en la caldera o en la olla.


Y dije yo: ¿Qué viene a ser eso? Es, respondió, un ánfora o medida que se te pone delante; y añadió: Eso es a lo que atienden ellos en toda la tierra de Israel.


Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de los cielos a los hombres; porque ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que entrarían!


Pero vosotros, ¡oh hermanos míos!, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador, con la esperanza de recoger el precioso fruto de la tierra, aguarda con paciencia que Dios envíe las lluvias temprana y tardía.


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