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Amós 8:2 - Biblia Torres Amat 1825

2 Y me dijo: ¿Qué es lo que ves, oh Amós? Un gancho, respondí yo, de coger fruta. Y me dijo el Señor: Ha llegado el fin de mi pueblo de Israel, no le dejaré ya impune por más tiempo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Y dijo: ¿Qué ves, Amós? Y respondí: Un canastillo de fruta de verano. Y me dijo Jehová: Ha venido el fin sobre mi pueblo Israel; no lo toleraré más.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 —¿Qué ves, Amós? —me preguntó. —Una cesta repleta de fruta madura —contesté. Entonces el Señor dijo: —Al igual que esta fruta, ¡Israel está maduro para el castigo! No volveré a demorar su castigo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 y me dijo: '¡Qué ves, Amos?' Yo respondí: 'Una canasta de frutas maduras. Yavé me dijo: 'También está maduro mi pueblo de Israel, el fin ha llegado; ya no le perdonaré más.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y dijo: ¿Qué ves, Amós? Y respondí: Un cesto de fruta madura. Entonces me dijo YHVH: Maduro° está mi pueblo Israel; ya no lo toleraré más.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Y me preguntó: '¿Qué ves, Amós?'. 'Una cesta de fruta madura', respondí. Yahveh me dijo: 'Mi pueblo Israel está maduro, no le perdonaré ya más.

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Amós 8:2
25 Referans Kwoze  

dijo a Noé : Llegó ya el fin de todos los hombres decretado por mí; llena está de iniquidad toda la tierra por sus malas obras; pues yo los exterminaré juntamente con la tierra.


Aquel día el Señor de los ejércitos será corona de gloria y guirnalda de regocijo para las reliquias de su pueblo.


Ya veis, yo habito en Masfat para ejecutar las órdenes que nos vienen de los caldeos. Y así vosotros recoged la vendimia, las mieses y el aceite, y metedlo en vuestras tinajas, y permaneced en las ciudades vuestras que habéis ocupado.


Los profetas profetizaban mentiras, y los sacerdotes los aplaudían con palmoteos; y mi pueblo gustó de tales cosas: ¿Qué será, pues, de él al llegar su fin?


Al andar por nuestras calles hallaban tropiezos nuestros pies; se acercó nuestro fin; se completaron nuestros días, pues ha llegado nuestro término.


Por lo mismo diles: Esto dice el Señor Dios: Yo haré que cese ese refrán, y que nunca jamás se repita por el pueblo de Israel; y diles que están para llegar los días en que se cumplirán los sucesos anunciados en todas las visiones.


Por tanto, esto dice el Señor Dios: Mira, yo descargaré la espada contra ti, y mataré tus hombres y tus bestias.


Y me dijo: Hijo de hombre, recibe en tu corazón, y escucha bien todas las palabras que yo te hablo;


Mas los de la casa de Israel no quieren escucharte, porque ni a mí mismo quieren oírme, pues la casa toda de Israel es de frente descarada y de corazón endurecido.


El fin llega, llega ya el fin: Se ha despertado contra ti; helo aquí que viene.


Y él me dijo: Hijo de hombre, bien ves tú lo que están haciendo los ancianos de la casa de Israel, en la oscuridad, cada cual en lo escondido de su aposento; porque dicen ellos: No, no nos ve el Señor, desamparó el Señor la tierra.


Y me dijo: Ya lo has visto, ¡oh hijo de hombre! Pues, ¿es cosa de poco momento para la casa de Judá cometer esas abominaciones que han hecho aquí, que aun después de haber llenado de iniquidad la tierra, se han empleado en irritarme? Y he aquí que aplican un ramo a su olfato.


Y me dijo: Hijo de hombre, ¿piensas acaso que ves tú lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que comete aquí la casa de Israel para que yo me retire lejos de mi santuario? Pues si vuelves otra vez a mirar verás abominaciones mayores.


Vendrán los días de la visita del Señor, los días del castigo llegarán luego. Sepas, ¡oh Israel!, que tus profetas son unos fatuos, esos que se creen varones espirituales son unos insensatos; permitiéndolo Dios en pena de tus muchas iniquidades y de la suma necedad tuya.


Y me dijo el Señor: ¿Qué es lo que ves, Amós? Y respondí yo: Una llana de albañil. Pues he aquí, dijo el Señor, que yo voy a arrojar la llana en medio de mi pueblo de Israel; y jamás volveré a embarrar sus muros.


Me envió el Señor Dios esta visión: Vi un gancho de coger fruta.


¡Ay de mí! que he llegado a ser como aquel que en otoño anda rebuscando lo que ha quedado de la vendimia. No hallo un racimo para comer; en vano mi alma ha deseado los higos tempranos.


Y me dijo el ángel: ¿Qué es lo que ves? Yo veo, respondí, un volumen que vuela, y es de unos veinte codos de largo y diez de ancho.


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