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Amós 1:2 - Biblia Torres Amat 1825

2 Dijo, pues: El Señor rugirá desde Sión, y hará oír su voz desde Jerusalén , y se marchitarán los más hermosos pastos, o praderas, y se agostarán las cimas del Carmelo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Dijo: Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Esto es lo que vio y oyó: «¡La voz del Señor rugirá desde el monte Sion; su voz tronará desde Jerusalén! Los buenos pastizales de los pastores se secarán, y la hierba del monte Carmelo se marchitará y morirá».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Dijo: 'Ruge Yavé desde Sión, desde Jerusalén hace oír su voz; se marchitan los pastos de los pastores y se secan las cumbres del Carmelo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Dijo:° ¡YHVH ruge desde Sión, y desde Jerusalem alza su voz! Los pastizales de los pastores harán duelo, Y la cumbre del Carmelo se secará.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Dijo: 'Yahveh ruge desde Sión, da voces desde Jerusalén: se agostan los pastizales de los pastores, se deseca la cumbre del Carmelo'.

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Amós 1:2
23 Referans Kwoze  

Voz del Señor con poder, voz del Señor con magnificencia.


Se conturbaron las naciones, y bambolearon los reinos; dio el Señor una voz, y la tierra se estremeció.


Como el rugido del león, así infunde terror la ira del rey; peca contra su propia vida quien lo irrita.


Mas ahora me levantaré yo, dice el Señor, ahora seré ensalzado, ahora seré glorificado.


Esforzad, ¡oh ministros del Señor!, las manos flojas, y enrobusteced las rodillas débiles.


Hasta ahora, dirá el, estuve siempre callado, guardé silencio, fui misericordioso; mas ya como voces de mujer que está de parto, así serán las mías: Desolaré y devoraré de un golpe a todos mis enemigos.


¿Hasta cuándo ha de llorar la tierra y secarse la hierba en toda la región por la malicia de sus habitantes? Han perecido para ellos las bestias y las aves, porque dijeron: No verá el Señor nuestro fin.


La Judea está cubierta de luto, y sus puertas destruidas y derribadas por el suelo, y Jerusalén alza el grito hasta el cielo.


Todas estas cosas les profetizarás y les dirás: El Señor rugirá como león desde lo alto, y desde su santa morada hará resonar su voz; rugirá fuertemente contra Jerusalén , lugar de su gloria; se oirá un grito de triunfo contra todos los habitantes de esta tierra, una algazara semejante a la de aquellos que pisan la vendimia.


Los profetas del Señor que ha habido desde el principio , anteriores a mí y a ti, profetizaron también ellos a muchos países y a grandes reinos guerras, tribulaciones y hambre.


Y conduciré otra vez a Israel a su antigua morada, y gozará de los pastos del Carmelo; y en Basán y en los collados de Efraín y de Galaad se saciarán sus deseos.


Ellos seguirán al Señor, cuando él ruga como león. Rugirá el Señor, y causará asombro a los hijos del mar.


Saldré a embestirlos, como osa a quien han robado sus cachorros; y despedazaré sus entrañas hasta lo más íntimo del corazón; y allí los devoraré, como lo ejecuta un león, las fieras los destrozarán.


A ti, ¡oh Señor!, levantaré mis clamores, porque el fuego ha devorado todas las hermosas praderas del desierto, y las llamas han abrasado todos los árboles del país.


Porque el Señor ha hecho oír su voz al arribo de sus ejércitos, pues son innumerables sus batallones, los cuales son fuertes, y ejecutan sus órdenes. Porque es grande y muy terrible el día del Señor. ¿Y quién podrá soportarlo?


Y el Señor rugirá desde Sión y hará oír su voz desde Jerusalén , y se estremecerán los cielos y la tierra. Mas el Señor es la esperanza de su pueblo y la fortaleza de los hijos de Israel.


Y si se escondieren en las cimas del Carmelo, allí iré a buscarlos, y de allí los sacaré; y si se escondieren de mis ojos en lo más profundo del mar, allí por orden mía los morderá el dragón marino.


El amenaza al mar y lo deja seco, y a los ríos los convierte, cuando quiere, en tierra seca. Hace volver estériles las fértiles montañas de Basán y del Carmelo, y que se marchiten las flores del Líbano.


A la sazón vivía un hombre en el desierto de Maón, que tenía su hacienda en el Carmelo, el cual era sumamente rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Cabalmente hacía entonces esquilar sus rebaños en el Carmelo.


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