Y estando ya junto a la gran peña de Gabaón, salió Amasa a encontrarlos. Estaba Joab vestido de una túnica estrecha, ajustada a la medida de su talle, llevando sobre ella ceñida su daga pendiente con su vaina hasta la ingle, fabricada con tal arte, que a un ligero movimiento podía salirse fuera, y darse el golpe.
Al hombre que, valiéndose de calumnias, derrama la sangre de una persona, aunque huyendo llegare hasta el borde de un abismo, nadie acudirá a detenerlo.
Cuando los bárbaros vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Este hombre sin duda es algún homicida, pues que, habiéndose salvado de la mar, la venganza divina no quiere que viva.