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2 Reyes 8:5 - Biblia Torres Amat 1825

5 y mientras él estaba contando al rey cómo había resucitado a un muerto, compareció la mujer, a cuyo hijo había resucitado, reclamando ante el rey su casa y sus heredades. Y dijo Giezi: Esta es, oh rey mi señor, aquella mujer, y éste su hijo, a quien resucitó Eliseo.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Cuando Giezi estaba relatándole al rey la ocasión en que Eliseo le había devuelto la vida a un niño, en ese preciso instante, la madre del niño entró para presentarle al rey la petición de su casa y de sus tierras. —¡Mire, mi señor el rey! —exclamó Giezi—. ¡Ella es la mujer y este es su hijo, el que Eliseo volvió a la vida!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Cuando el sirviente contaba al rey cómo su patrón le había devuelto la vida a un muerto, llegó justamente la mujer a cuyo hijo había resucitado Eliseo, y le solicitó al rey su casa y su campo. Guejazí le dijo: '¡Mi señor rey, esta es justamente la mujer y este es el hijo al que Eliseo le devolvió la vida!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y sucedió, mientras él contaba al rey cómo había resucitado al muerto, he aquí la mujer a cuyo hijo había resucitado, llegó implorando al rey por su casa y por su terreno. Entonces dijo Giezi: Mi señor el rey, ésta es la mujer, y éste su hijo, a quien Eliseo resucitó.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y cuando estaba contando al rey que había resucitado a un muerto, se presentó la mujer a cuyo hijo había resucitado, para reclamar ante el rey su casa y su campo. Dijo entonces Guejazí: '¡Oh, mi señor el rey! Ésta es la mujer, y éste es su hijo, al que resucitó Eliseo'.

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2 Reyes 8:5
16 Referans Kwoze  

Después Benadad, rey de Siria, reunido todo su ejército, toda su caballería y carros armados, y teniendo consigo treinta y dos reyes, o pequeños príncipes, salió a campaña contra Samaria, y le puso sitio.


Y dijo a su criado Giezi: Llama a esa sunamita. La llamó Giezi, y ella se presentó a Eliseo,


Tras esto, levantándose dio dos vueltas por la habitación, y subió otra vez y se recostó sobre el niño. Entonces el niño bostezó siete veces, y abrió los ojos.


A lo que uno de sus criados u oficiales, respondió: No es nada de eso, oh rey y señor mío, sino que el profeta Eliseo, que está en Israel, manifiesta al rey de Israel todo cuanto secreto hablas en lo más retirado de tu gabinete.


Y pasando el rey de Israel por la muralla, clamó a él una mujer, diciendo: Sálvame, socórreme, oh rey mi señor.


Y preguntó el rey a la mujer, la cual se lo contó. Inmediatamente el rey envió con ella un eunuco o ministro, a quien dijo: Haz que se le restituya todo lo que le pertenece, y todos los réditos de sus heredades, desde el día que salió de su tierra hasta el presente.


Y le respondieron Zarés, su esposa, y los amigos: Manda preparar una gran viga de cincuenta codos de alto, y di mañana al rey que sea en ella colgado Mardoqueo, y con eso irás contento con el rey al convite. Le agradó el consejo, y mandó preparar un gran madero.


Te ensalzaré, ¡oh Dios y rey mío!, y bendeciré, y cantaré alabanzas a tu Nombre desde ahora, y por los siglos de los siglos.


El corazón del hombre forma sus designios; mas del Señor es el dirigir sus pasos.


Volví mi consideración a otro asunto, y observé que debajo del sol ni la ventaja en la carrera es de los ligeros, ni de los valientes la victoria en la guerra; ni el pan para los sabios; ni para los doctos las riquezas; ni de los peritos en las artes es el crédito; sino que todo se hace como por azar y a la ventura.


Después de esto, ¿qué diremos ahora? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?


Fue, pues, y empezó a recoger espigas detrás de los segadores. Por fortuna el dueño de aquel campo era el mencionado Booz, de la parentela de Elimelec.


Reconoció Saúl la voz de David, y le dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, señor y rey mío,


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