8 Con esta ocasión dijo el sumo sacerdote Helcías a Safán, secretario: He hallado en el templo del Señor el libro de la ley. Y entregó Helcías aquel volumen a Safán; el cual lo leyó.
8 Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.
8 El sumo sacerdote Hilcías le dijo a Safán, secretario de la corte: «¡He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor!». Entonces Hilcías le dio el rollo a Safán, y él lo leyó.
8 El sumo sacerdote Helquías dijo entonces al secretario Safán: 'En la casa de Yavé encontré el Libro de la Ley'. Después se lo pasó a Safán quien lo leyó.
8 Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: ¡He hallado en la Casa de YHVH el Rollo de la Ley! E Hilcías entregó el Rollo a Safán, quien lo leyó.
8 El sumo sacerdote, Jilquías, dijo a Safán, el secretario: 'He hallado el libro de la ley en el templo de Yahveh'. Jilquías entregó el libro a Safán, y éste lo leyó.
Volvió el secretario Safán al rey y le dio cuenta de lo que había hecho en cumplimiento de las órdenes recibidas, diciéndole: Tus siervos han recogido todo el dinero que se hallaba en la casa del Señor, y lo han entregado a los sobrestantes de la construcción del templo del Señor para que lo distribuyan entre los obreros.
Y subió el rey al templo del Señor, acompañado de todos los varones de Judá y de los moradores de Jerusalén , de los sacerdotes y profetas, y de todo el pueblo, pequeños y grandes, y leyó delante de ellos todas las palabras del Libro de la Alianza hallado en la casa del Señor.
Extirpó igualmente Josías a los pitones o magos y a los adivinos, y las figuras de ídolos, y las inmundicias y abominaciones que habían quedado en el país de Judá y de Jerusalén a fin de restablecer en su vigor las palabras de la ley escritas en aquel libro hallado por Helcías, sumo sacerdote, en el templo del Señor.