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2 Reyes 19:16 - Biblia Torres Amat 1825

16 Inclina tus oídos, y escucha: abre, ¡oh Señor!, tus ojos, y mira; oye todas las palabras blasfemas de Sennaquerib, el cual ha enviado a blasfemar entre nosotros del Dios vivo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

16 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 ¡Inclínate, oh Señor, y escucha! ¡Abre tus ojos, oh Señor, y mira! Escucha las palabras desafiantes de Senaquerib contra el Dios viviente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 ¡Pon atención, Yavé, óyeme, abre los ojos, Yavé, y mira!

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Inclina tu oído, oh YHVH, y escucha; abre tus ojos, oh YHVH, y observa. Escucha las palabras que ha enviado Senaquerib para vituperar al Dios viviente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Inclina, oh Yahveh, tus oídos y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha enviado para escarnio del Dios vivo.

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2 Reyes 19:16
11 Referans Kwoze  

estén tus ojos abiertos de día y de noche sobre esta casa, sobre la casa de la cual dijiste: Mi Nombre será en ella invocado; de modo que oigas la oración que tu siervo te hace en este sitio,


Cierto es Señor, que los reyes de los asirios han desolado las gentes y todas sus tierras,


Mas el Señor Dios tuyo habrá sin duda oído todas las palabras de Rabsaces, enviado de su amo, el rey de los asirios, a ultrajar al Dios vivo, y a llenarlo de denuestos con las palabras que acaba de escuchar el Señor tu Dios; haz, pues oración por estos pocos israelitas que han quedado.


Puesto que tú eres mi Dios, te suplico que tengas abiertos tus ojos, y atentos tus oídos a las oraciones que se harán en este lugar.


Dígnate escucharme, acude prontamente a librarme. Sé para mí un Dios tutelar, y un alcázar de refugio para ponerme a salvo.


Levántate, ¡oh Dios!, y juzga tu causa: Ten presentes tus ultrajes, los ultrajes que te está haciendo de continuo una gente insensata.


Págales, Señor, a nuestros vecinos con males siete veces mayores, por las blasfemias que contra ti han vomitado.


Es verdad, Señor, que los reyes de los asirios asolaron aquellas naciones y sus tierras;


Fueron, pues, los ministros del rey Ezequías a encontrar a Isaías;


Dígnate escuchar, ¡oh Dios mío!, y atiende, abre tus ojos, y mira nuestra desolación y la de la ciudad, en la que se invocaba tu santo Nombre; pues postrados delante de ti te presentamos nuestros humildes ruegos; confiando, no en nuestra justicia, sino en tu grandísima misericordia.


Por la fe dejó Egipto, sin temer la saña del rey; porque tuvo firme confianza en el invisible como si le viera ya.


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