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2 Reyes 10:5 - Biblia Torres Amat 1825

5 Enviaron, pues, los mayordomos de palacio y magistrados de la ciudad, y los ancianos y los preceptores a decir a Jehú: Vasallos tuyos somos, haremos cuanto mandares; no pensamos elegir rey sobre nosotros; haz todo lo que bien te pareciere.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno, haz lo que bien te parezca.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Así que los administradores del palacio y de la ciudad, junto con los ancianos y con los tutores de los hijos del rey, enviaron el siguiente mensaje a Jehú: «Somos sus sirvientes y haremos todo lo que nos diga. No proclamaremos rey a nadie; haga lo que mejor le parezca».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los que educaban a los hijos del rey dieron a Jehú esta respuesta: 'Somos tus servidores y haremos todo lo que nos pidas. No proclamaremos rey. Haz lo que mejor te parezca'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el que estaba sobre el palacio, y el que estaba sobre la ciudad, y los ancianos, y los tutores, enviaron a decir a Jehú: ¡Somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas! No proclamaremos rey a nadie; haz lo que te parezca bien ante tus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y el mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los preceptores enviaron a decirle: 'Somos tus siervos y haremos cuanto nos digas. No proclamaremos rey a nadie; haz tú lo que mejor te parezca'.

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2 Reyes 10:5
11 Referans Kwoze  

Se vistieron, pues, los sacos, ciñéndoselos en la cintura, y se pusieron las sogas al cuello, y se presentaron al rey de Israel diciéndole: Benadad, tu siervo, dice: Sálvame, te ruego, la vida. A lo que respondió el rey: Si vive todavía, él es mi hermano.


A lo que contestó el rey de Israel: Tuyo soy, mi rey y Señor, como tú dices, y tuyas son todas mis cosas.


Mas él les volvió a escribir una segunda carta, en la cual les decía: Si sois de los míos, y me prestáis obediencia, tomad las cabezas de los hijos de vuestro señor, y venid a veros conmigo mañana a estas horas en Jezrael. Eran los hijos del rey en número de setenta: los cuales se criaban en las casas de los magnates de aquella ciudad.


Entonces Ezequías , rey de Judá, envió a decir por medio de embajadores al rey de los asirios, que se hallaba en Laquís: He faltado a lo que debía; pero retírate de mis tierras, que yo sufriré todo lo que me impusieres. En vista de esto el rey de los asirios echó de contribuciones a Ezequías , rey de Judá, trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro.


No queráis, pues, escucharlos; antes bien sujetaos al rey de Babilonia, si queréis salvar vuestra vida. ¿Por qué se ha de ver esta ciudad reducida por culpa vuestra a un desierto?


¿Por ventura he concebido yo toda esta turba, o engendrádola, para que tú me digas: Llévalos a tu seno, como suele una ama traer al niño que cría, y condúcelos a la tierra prometida, con juramento a sus padres?


El que me sirve, sígame; que donde yo estoy, allí estará también el que me sirve; y a quien me sirviere, le honrará mi Padre.


Por lo cual nos dijeron nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra: Tomad provisiones para un larguísimo viaje, e id a encontrarlos y decidles: Siervos vuestros somos: haced alianza con nosotros.


Mas ellos respondieron a Josué: Siervos tuyos somos. Les preguntó Josué: ¿Quiénes sois vosotros? y ¿de dónde habéis venido?


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