Entonces dijo a Judá: Reparemos estas ciudades y cerquémoslas de muros, y fortifiquémoslas con torres, y puertas, y cerraduras, ahora que por todas partes respiramos libres de guerras, por haber buscado al Señor Dios de nuestros padres, y habernos dado él paz por todo el contorno. Pusieron, pues, manos a la obra, sin que hubiese ningún estorbo que impidiese la restauración.
Este hizo guerra al rey de los amonitas, a los cuales sujetó; por lo que le dieron por entonces los amonitas cien talentos de plata, diez mil coros o cargas de trigo, y otros tantos de cebada; esto mismo le dieron los amonitas el segundo y tercer año.