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2 Crónicas 20:12 - Biblia Torres Amat 1825

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿y no castigarás tú esas gentes? En nosotros ciertamente no hay tanta fuerza que podamos resistir a esa multitud que nos acomete. Mas no sabiendo lo que debemos hacer, no nos queda otro recurso que volver a ti nuestros ojos.

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Biblia Reina Valera 1960

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Oh Dios nuestro, ¿no harás justicia con ellos? Pues nosotros no tenemos fuerza para hacer frente a esta gran multitud que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero nuestros ojos se vuelven a ti.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No los castigarás Tú? Porque no hay fuerza en nosotros contra esta gran multitud que viene contra nosotros, ni sabemos qué hacer; por eso volvemos nuestros ojos a ti.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No harás tú justicia contra ellos? Porque nosotros no tenemos fuerza frente a una muchedumbre tan grande como ésa que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero hacia ti volvemos nuestros ojos'.

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2 Crónicas 20:12
24 Referans Kwoze  

Añadió ella: Por el Señor Dios suyo, pido al rey que reprima con su autoridad la multitud de parientes que quieren vengar con la muerte de mi hijo la sangre del difunto, y haga que no le maten de manera alguna. Le dijo el rey: Vive Dios que no caerá ni un cabello de tu hijo.


Sin embargo, oh rey y señor mío, todo Israel tiene vueltos sus ojos hacia ti, esperando que declares quién debe sentarse después de ti en tu solio, oh rey y señor mío.


Y al apuntar el día, habiéndose levantado el criado del varón de Dios, y salido fuera, vio el ejército alrededor de la ciudad con los caballos y carros y fue a dar aviso a su amo, diciendo: ¡Ay!, ¡ay, señor mío!; ¡ay!, ¿qué es lo que haremos?


Estaba a la sazón todo Judá delante del Señor con los niños, mujeres e hijos.


Pero, Señor, pues mis ojos están levantados hacia ti, ¡oh Señor!, pues en ti he esperado, no me quites la vida.


Mis ojos están siempre fijos en el Señor; pues él sacará mis pies del lazo.


Júzgame tú, oh Dios, y toma en tus manos mi causa; líbrame de la gente impía, y del hombre inicuo y engañador.


Levántate, ¡oh Señor! en el momento de tu enojo, y ostenta tu grandeza en medio de mis enemigos. Sí, Señor Dios mío, levántate según la ley por ti establecida;


El Señor es quien juzga a los pueblos. Júzgame, pues, oh Señor, según mi justicia, y según la inocencia que hay en mí.


Levántate, ¡oh Señor!, haz que no prevalezca el hombre malvado; sean juzgadas las gentes ante tu presencia.


Haz, pues, brillar tu grandeza, ¡oh Juez supremo de la tierra!; da su merecido a los soberbios.


¡Oh vosotros de la casa de Jacob !, venid, y caminemos en la luz del Señor.


Estas cosas dice el Señor Dios que creó y extendió los cielos; el que da el ser a la tierra y a cuanto en ella brota; el que da respiración a los pueblos que la habitan, y aliento a los que caminan por ella.


He jurado por mí mismo; ha salido de mi boca una palabra justísima y no será revocada;


Levántense las gentes y vengan al valle de Josafat; porque allí me sentaré yo a juzgar a todas las naciones puestas a la redonda.


Y dije: He sido arrojado lejos de la misericordiosa vista de tus ojos. Pero no; aún veré nuevamente tu santo templo.


El Señor juzgará a su pueblo, y será misericordioso con sus siervos, cuando verá debilitada su fortaleza, y que aún los encastillados desmayaron, y que fueron consumidos los que quedaron.


En esto vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco; y el que estaba montado sobre él se llamaba Fiel y Veraz, el cual juzga con justicia, y combate.


Y así yo no falto contra ti, sino que tú eres el que me haces agravio, declarándome una guerra injusta. El Señor árbitro de lo tratado en este día, sea juez entre Israel y los hijos de Amón.


Dijo, pues, Jonatás al joven escudero: Ven, y pasemos al apostadero de estos incircuncisos; quizá el Señor combatirá por nosotros, y venceremos; porque le es igualmente fácil a Dios el dar la victoria con mucha que con poca gente.


Porque ya le predije que habría de castigar perpetuamente su casa por causa de su iniquidad, puesto que sabiendo lo indignamente que se portan sus hijos, no los ha corregido como debía.


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