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2 Crónicas 12:6 - Biblia Torres Amat 1825

6 A lo que respondieron consternados, así el rey como los príncipes de Israel: Justo es el Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Entonces los líderes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: —¡El Señor es justo al hacer esto con nosotros!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Entonces los jefes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: '¡Yavé es justo!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Pero los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: Justo es YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Entonces se humillaron los jefes de Israel y el rey, y exclamaron: '¡Justo es Yahveh!'.

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2 Crónicas 12:6
25 Referans Kwoze  

Mas, en fin, por haberse humillado, calmó la ira del Señor contra ellos, y no fueron enteramente destruidos; a causa de que aún se hallaron buenas obras en Judá.


cuyos hermanos, hijos de Josafat, fueron Azarías, y Jahiel, y Zacarías, y Micael y Safatías; todos hijos de Josafat, rey de Judá.


Mas después se humilló arrepentido de haberse ensoberbecido en su corazón, tanto él como los habitantes de Jerusalén ; por cuya razón no descargó sobre ellos la ira del Señor, mientras vivió Ezequías .


Donde viéndose en la opresión, oró al Señor su Dios, y concibió un vivísimo arrepentimiento delante del Dios de sus padres,


Asimismo su oración, y cómo fue oído, y todos sus pecados, y apostasía, los lugares altos que fundó, los bosques o arboledas profanas que plantó, y las estatuas que levantó antes de hacer penitencia, se describen en los Libros de Hozai.


Y no se humilló en la presencia del Señor, como lo hizo Manasés, su padre; antes bien cometió delitos mucho mayores.


El, vuelto a los demás hombres, dirá: Pequé, y verdaderamente fui prevaricador, y no fui castigado según merecía.


El Señor que es justo ha cortado la cabeza a los pecadores.


Entraron, pues, Moisés y Aarón en el palacio del faraón, y le dijeron: Esto dice el Señor Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo rehusarás sujetarte a mí? Deja salir a mi pueblo a ofrecerme sacrificios.


Envió, en fin, el faraón a llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: También esta vez he pecado: el Señor es justo; yo y mi pueblo unos impíos.


Oíd, pues, y escuchad con atención: No queráis ensoberbeceros confiando en vuestras fuerzas, porque el Señor es quien ha hablado.


Di al rey y a la reina: Humillaos, sentaos en el suelo, poneos de luto, porque se os cae ya de la cabeza la corona de vuestra gloria.


Hasta ahora no se han limpiado todavía de ellos, ni han tenido respeto ninguno, ni han observado la ley del Señor, ni los mandamientos que os comuniqué a vosotros y a vuestros padres.


Justo es el Señor; pues que yo, rebelde contra sus órdenes, lo irrité. Pueblos todos, oíd os ruego, y considerad mi dolor, mis doncellas y mis jóvenes han sido llevados al cautiverio.


Y tú, oh Baltasar, siendo hijo suyo y sabedor de estas cosas, con todo no has humillado tu corazón;


Y no se descuidó el Señor de enviar el castigo, y le descargó sobre nosotros, justo es el Señor Dios nuestro en todas las obras que él hace; pues nosotros no quisimos escuchar su voz.


Me marcharé y me volveré a mi habitación; hasta tanto que os halléis bien desfallecidos, y vengáis en busca de mí.


Os declaro, pues, que éste volvió a su casa, justificado, mas no el otro; porque todo aquel que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.


Porque no conociendo la justicia que viene de Dios, y esforzándose a establecer la suya propia, no se han sujetado a Dios para recibir de él esta justicia.


No queráis, hermanos, hablar mal los unos de los otros. Quien habla mal de un hermano, o quien juzga a su hermano, éste tal de la ley habla mal, y a la ley juzga, o condena. Mas si tú juzgas a la ley, ya no eres observador de la ley, sino que te haces juez de ella.


Estad, pues, sujetos a Dios, y resistid con su gracia al diablo, y huirá de vosotros.


Pues los hijos de Judá habiendo atacado a Jerusalén , la tomaron, e hicieron en ella gran mortandad; y entregaron toda la ciudad a las llamas.


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