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1 Samuel 17:26 - Biblia Torres Amat 1825

26 Preguntó David a los que tenía cerca de sí: ¿Qué es lo que darán al que matare a ese filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque a la verdad, ¿quién es ese filisteo incircunciso para que insulte así impunemente a los escuadrones del Dios vivo?

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Biblia Reina Valera 1960

26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él: —¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a su desafío contra Israel? Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 David preguntó a los hombres que estaban a su rededor: '¿Qué le harán al que venza a ese filisteo y logre vengar el insulto que se hace a Israel? ¡Quién es ese filisteo incircunciso para que insulte así a las tropas del Dios vivo!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Y preguntó David a los varones que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué se hará al varón que mate a ese filisteo y quite la afrenta de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso para que afrente a los escuadrones del Dios viviente?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Preguntó David a los hombres que estaban a su lado: '¿Qué se hará con el que mate a este filisteo y haga desaparecer de Israel esta afrenta? ¿Quién es ese filisteo incircunciso, para desafiar así a las huestes del Dios vivo?'.

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1 Samuel 17:26
26 Referans Kwoze  

Mas el Señor Dios tuyo habrá sin duda oído todas las palabras de Rabsaces, enviado de su amo, el rey de los asirios, a ultrajar al Dios vivo, y a llenarlo de denuestos con las palabras que acaba de escuchar el Señor tu Dios; haz, pues oración por estos pocos israelitas que han quedado.


Escribió igualmente unas cartas llenas de blasfemias contra el Señor Dios de Israel, diciendo contra él: Así como los dioses de las demás naciones no pudieron librar a sus pueblos de caer en mis manos, tampoco podrá el Dios de Ezequías salvar a su pueblo del poder mío.


Y les dije: No es bien hecho lo que hacéis. ¿Cómo no vivís en el santo temor de nuestro Dios, para que no vengamos a ser el escarnio de las gentes enemigas nuestras?


Nos has hecho objeto de oprobio para nuestros vecinos, la mofa y el escarnio de los que nos rodean.


Acuérdate de esto, ¡oh Señor!, que el enemigo te ha zaherido, y que un pueblo insensato ha blasfemado tu Nombre.


Págales, Señor, a nuestros vecinos con males siete veces mayores, por las blasfemias que contra ti han vomitado.


Por medio de tus siervos has ultrajado al Señor y has dicho: Yo con todos mis carros de guerra he subido a las alturas de los montes, sobre las cordilleras del Líbano; y cortaré sus más empinados cedros y sus más robustos abetos; y llegaré a su más alta cima, y entraré en el bosque de su famoso Carmelo.


Mas el Señor es el Dios verdadero; él es el Dios vivo y el rey sempiterno. A su indignación se estremecerá la tierra, y no podrán las naciones soportar su ceño.


He aquí que vienen días, dice el Señor, en que yo pediré cuentas a todos los que están circuncidados, y a los que no lo están;


a Egipto, a Judá, a la Idumea, y a los hijos de Amón, y a los de Moab, y a todos aquellos que llevan cortado el cabello, habitantes del desierto, que si todas las naciones son incircuncisas según la carne, los hijos de Israel son incircuncisos en el corazón.


Como mueren los incircuncisos así morirás tú a mano de los extranjeros, porque yo lo he dicho, dice el Señor Dios.


sino que te has levantado contra el dominador del cielo, y has hecho traer a tu presencia los vasos sagrados de su santo templo, y en ellos has bebido el vino tú, y los grandes de tu corte, y tus mujeres, y tus concubinas; has dado también culto a dioses de plata, y de oro, y de cobre, y de hierro, y de madera, y de piedra, los cuales no ven, ni oyen, ni sienten; pero a aquel gran Dios, de cuyo arbitrio pende tu respiración y cualquier movimiento tuyo, a ése no le has glorificado.


El es el libertador y el salvador , el que obra prodigios y maravillas en cielo y tierra, él es el que ha librado a Daniel del lago de los leones.


Señor, por toda tu justicia o misericordia, te ruego que aplaques la ira y el furor tuyo contra tu ciudad de Jerusalén , y contra tu santo monte de Sión, pues por causa de nuestros pecados, y por las maldades de nuestros padres, Jerusalén y el pueblo tuyo son el escarnio de todos los que están alrededor nuestro.


Y ha hablado el Señor, y ha dicho a su pueblo: Yo os enviaré trigo, y vino, y aceite, y seréis abastecidos de ello, y nunca más permitiré que seáis el escarnio de las naciones.


¿Qué es el hombre, sea el que fuere, para poder escuchar la voz de Dios viviente hablando de en medio del fuego, como la hemos oído nosotros, y poder conservar la vida?


Porque los mismos fieles publican el suceso que tuvo nuestra entrada entre vosotros, y cómo os convertisteis a Dios abandonando los ídolos por servir al Dios vivo y verdadero,


Y añadió: En esto conoceréis que el Señor Dios vivo está en medio de vosotros, y que exterminará a vuestra vista al cananeo, y al heteo, y al heveo, y al ferezeo, al gergeseo también, al jebuseo y al amorreo.


Hijitos míos, guardaos de los ídolos. Amén.


Les respondió Naas, amonita: Haré alianza con vosotros sacándoos a todos el ojo derecho, y poniéndoos por oprobio de todo Israel.


Dijo, pues, Jonatás al joven escudero: Ven, y pasemos al apostadero de estos incircuncisos; quizá el Señor combatirá por nosotros, y venceremos; porque le es igualmente fácil a Dios el dar la victoria con mucha que con poca gente.


Y decía después jactándose: Yo he desafiado hoy a los batallones de Israel, diciéndoles: Dadme acá un campeón, y mida sus fuerzas conmigo cuerpo a cuerpo.


Se desvió luego de él, y se fue a otro paraje, y entabló la misma conversación, repitiéndole la gente la misma respuesta de antes.


Así es como yo, siervo tuyo, maté tanto al león como al oso; y lo propio haré con ese filisteo incircunciso. Iré, pues, contra él ahora mismo, y quitaré el oprobio de nuestro pueblo; porque, ¿quién es ese filisteo incircunciso, que ha tenido la osadía de maldecir al ejército del Dios vi-vo?


Dijo entonces Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y quítame la vida; para que no lleguen estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí. Mas su escudero no quiso hacerlo, sobrecogido de un sumo terror. Con esto Saúl desenvainó su espada, y se arrojó sobre ella.


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