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1 Reyes 8:36 - Biblia Torres Amat 1825

36 atiéndeles, Señor, desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos y de Israel, pueblo tuyo; y enséñales el buen camino por donde deben andar, y envía lluvias a esta tu tierra, cuya posesión diste a tu pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

36 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 oye entonces desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos, tu pueblo Israel. Enséñales a seguir el camino correcto y envía lluvia sobre tu tierra, la tierra que diste a tu pueblo como su preciada posesión.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 escúchalo desde lo alto del cielo y perdona el pecado de tus servidores y de tu pueblo Israel. Tú le indicarás el buen camino por donde deben caminar, tú harás caer la lluvia sobre la tierra que diste como herencia a tu pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 entonces escucha Tú desde los cielos, y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel. Sí, enséñales el buen camino por el que deben andar y dales lluvia sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 escúchalos desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, muéstrales el camino recto por donde deben ir, y envía la lluvia sobre esta tierra tuya, la que diste a tu pueblo por heredad.

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1 Reyes 8:36
28 Referans Kwoze  

Mucho tiempo después habló el Señor a Elías en el tercer año del hambre, diciendo: Anda y preséntate a Acab; porque quiero enviar lluvias a la tierra.


Dijo entonces Elías a Acab: Anda, come y bebe; porque ya oigo el ruido de una gran lluvia que viene.


Y mientras se hacía esto, e iba de una parte a otra, se oscureció el cielo en un momento, y vinieron nubes y viento, y empezó a caer una gran lluvia. Así, pues, montando Acab en su coche, se fue a Jezrael.


Endereza mis pasos según la norma de tus palabras, y haz que no reine en mí injusticia alguna.


Dame, ¡oh Señor!, por norma el camino de tus justísimos mandamientos, e iré siempre por él.


Hazme sentir cuanto antes tu misericordia, pues en ti he puesto mi esperanza. Muéstrame el camino que debo seguir, ya que hacia ti he levantado mi corazón.


¿Quién es el hombre que teme al Señor? Dios le ha prescrito la regla que debe seguir en la carrera que escogió.


El Señor es bondadoso y justo; por lo mismo dirigirá a los pecadores por el camino que deben seguir.


Arregla, Señor, mis pasos en tu camino, y dirígeme por la recta senda, a causa de mis enemigos.


Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti mis ojos.


Guíame, ¡oh Señor!, por la senda de tu injusticia; haz que sea recto ante tus ojos mi camino, por causa de mis enemigos.


En ella tendrán morada los que son de tu grey; con tu bondad, oh Dios mío has provisto de alimento al pobre.


¡Oh Dios! tú distribuirás una lluvia abundante y apacible a tu heredad; ella se ha visto afligida, pero tú la has recreado.


Guíame Señor, por tus sendas, y yo caminaré según tu verdad; alégrese mi corazón de modo que respete tu Nombre.


Bienaventurado el hombre a quien tú ¡oh Señor!, hayas instruido y amaestrado en tu ley,


Entonces desecharás como cosas profanas esas láminas de plata que cubren tus ídolos; y los preciosos vestidos de tus estatuas de oro; y los arrojarás lejos de ti como el lienzo más sucio de una mujer inmunda. ¡Fuera de aquí!, les dirás.


No habrá allí león, ni bestia alguna feroz transitará por dicho camino, ni allí se hallará; sino que caminarán por aquella senda los que hayan sido libertados de la esclavitud del pecado.


Pues qué, ¿hay por ventura entre los simulacros o ídolos de las gentes quién dé la lluvia? ¿O pueden ellos desde los cielos enviarnos agua? ¿No eres tú el que la envías, Señor Dios nuestro, en quien nosotros esperamos? Sí: porque tú eres el que ha hecho todas estas cosas.


y nos haga conocer el Señor Dios tuyo el camino que debemos seguir, y aquello que hemos de hacer.


Esto decía también el Señor: Paraos en los caminos, ved y preguntad cuáles son las sendas antiguas, cuál es el buen camino, y seguidlo, y hallaréis refrigerio para vuestras almas. Mas ellos dijeron: No lo seguiremos.


Y vosotros, ¡oh hijos de Sión!, gozaos y alegraos en el Señor Dios vuestro, porque os ha dado que nazca de vosotros el maestro de la justicia o santidad, y os enviará las lluvias de otoño y de primavera como antiguamente.


Y allá irán a toda prisa muchas naciones, diciendo: Venid, y vamos al monte del Señor y a la casa del Dios de Jacob , y él nos enseñará sus caminos, y nosotros seguiremos sus veredas; puesto que la ley saldrá de Sión, y de Jerusalén tendrá origen la palabra del Señor.


Y para esto le enviaron sus discípulos con algunos herodianos, que le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino o la ley de Dios conforme a la pura verdad, sin respeto a nadie, porque no miras a la calidad de las personas.


Por lo demás lejos de mí cometer tal pecado contra el Señor, que yo cese nunca de rogar por vosotros; yo os enseñaré siempre el recto y buen camino.


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