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1 Crónicas 10:4 - Biblia Torres Amat 1825

4 Por lo que dijo Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y mátame, para que no vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí. Mas el escudero, sobrecogido de temor y respeto, no quiso hacerlo. Entonces Saúl arrancó su espada, y se arrojó sobre ella.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Con gemidos, Saúl le dijo a su escudero: «Toma tu espada y mátame antes de que estos filisteos paganos lleguen para burlarse de mí y torturarme». Pero su escudero tenía miedo y no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se echó sobre ella.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Saúl dijo a su escudero: 'Saca tu espada y traspásame con ella; no sea que vengan esos incircuncisos y se burlen de mí. Pero el escudero no quiso, pues estaba lleno de temor. Entonces tomó Saúl la espada y se arrojó sobre ella.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces Saúl dijo a su escudero: ¡Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que estos incircuncisos vengan y hagan escarnio de mí! Pero su escudero no quiso, porque tenía gran temor. Entonces Saúl tomó la espada y se echó sobre ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Dijo entonces Saúl a su escudero: 'Desenvaina tu espada y atraviésame con ella, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan escarnio de mí'. Pero no quiso acceder el escudero, por el gran temor que sentía. Saúl tomó entonces su propia espada y se dejó caer sobre ella.

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1 Crónicas 10:4
19 Referans Kwoze  

¡Ah! No sea contada en Get esta nueva; no sea contada en las plazas de Ascalón; para que no hagan fiestas por ellas las hijas de los filisteos, para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.


Le respondió aquel mozo: Llegué yo casualmente al monte Gelboé, al tiempo que Saúl se había arrojado sobre la punta de su lanza; y cuando ya los carros de guerra y la caballería del enemigo se le acercaban,


Mientras tanto Aquitofel, viendo que no se había seguido su consejo aparejó su asno, montó, y se fue a su casa de Gilo, su patria; y dispuestos los negocios de su familia, se ahorcó; y fue sepultado en el sepulcro de su padre.


Y viendo Zambri que la ciudad iba a ser tomada, entró en el palacio, y se abrasó junto con la casa real, y murió


Y arreciada la batalla alrededor de Saúl, dieron con él los arqueros, y lo hirieron con sus flechas.


Lo que visto por su escudero, y cómo Saúl era muerto, se arrojó también él sobre su espada, y murió.


Este adquirió un campo con el precio de su maldad, y habiéndose ahorcado reventó por medio; quedando esparcidas por tierra todas sus entrañas;


En esto, despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, desenvainando una espada iba a matarse, creyendo que se habían escapado los presos.


Y acosado en extremo de la sed, clamó al Señor, y dijo: Tú eres quien ha salvado y concedido por medio de tu siervo tan gran victoria; pero he aquí que me muero de sed, y así vendré a caer en manos de los incircuncisos.


Así pues, habiéndolo prendido los filisteos le sacaron luego los ojos, y amarrado con cadenas lo condujeron a Gaza, donde encerrado en una cárcel, le hicieron que moliese, moviendo las ruedas de un molino.


Entonces Abimelec, llamando a toda prisa a su escudero, le dijo: Saca tu espada, y mátame; porque no se diga que fui muerto por una mujer. El escudero, ejecutando el mandato, lo acabó de matar.


Dijo, pues, Jonatás al joven escudero: Ven, y pasemos al apostadero de estos incircuncisos; quizá el Señor combatirá por nosotros, y venceremos; porque le es igualmente fácil a Dios el dar la victoria con mucha que con poca gente.


Preguntó David a los que tenía cerca de sí: ¿Qué es lo que darán al que matare a ese filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque a la verdad, ¿quién es ese filisteo incircunciso para que insulte así impunemente a los escuadrones del Dios vivo?


Así es como yo, siervo tuyo, maté tanto al león como al oso; y lo propio haré con ese filisteo incircunciso. Iré, pues, contra él ahora mismo, y quitaré el oprobio de nuestro pueblo; porque, ¿quién es ese filisteo incircunciso, que ha tenido la osadía de maldecir al ejército del Dios vi-vo?


Dijo entonces Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y quítame la vida; para que no lleguen estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí. Mas su escudero no quiso hacerlo, sobrecogido de un sumo terror. Con esto Saúl desenvainó su espada, y se arrojó sobre ella.


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