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Romanos 8:23 - La Biblia Textual 3a Edicion

23 Y no sólo ella,° sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando ansiosamente la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu Santo en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos, incluido el nuevo cuerpo que nos prometió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Y también nosotros, aunque ya tengamos el Espíritu como un anticipo de lo que hemos de recibir, gemimos en nuestro interior mientras esperamos nuestros derechos de hijos y la redención de nuestro cuerpo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Y no es esto sólo; sino que también nosotros mismos, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos igualmente en nuestro propio interior, aguardando con ansiedad una adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 y no sólo ella, sino que también nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, esto es, la redención de nuestro cuerpo.

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Romanos 8:23
26 Referans Kwoze  

Y cuando se divulgó el edicto, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, mosto, aceite y miel, y de todo fruto del campo, y trajeron los diezmos de todas las cosas.


pues no pueden ya más morir,° porque son como ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.


Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.


Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de Jesús el Mesías, Señor nuestro, por el cual hemos recibido ahora la reconciliación.


Y no sólo eso;° sino que hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia,


y la esperanza no será avergonzada,° porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.


¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará° de este cuerpo de muerte?°


Porque el profundo anhelo de la creación espera la revelación de los hijos de Dios.


de tal manera que nada os falta en ningún don, aguardando la manifestación de nuestro Señor Jesús, el Mesías;


quien también nos selló y nos dio como garantía al Espíritu en nuestros corazones.


Porque aun cuando llegamos a Macedonia,° nuestro cuerpo no tuvo reposo, al contrario, en todo estábamos afligidos: de afuera, conflictos; de dentro, temores.


Porque nosotros, mediante el Espíritu, por fe, esperamos la promesa de la justicia.


que es arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión,° para alabanza de su gloria.


Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.°


(porque el fruto de la luz° consiste en toda bondad, justicia y verdad),


Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que han demostrado amar° su aparecimiento.


aguardando la esperanza bienaventurada° y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesús el Mesías,


así también el Mesías fue ofrecido una vez y para siempre para llevar la carga de los pecados de muchos; y se aparecerá° por segunda vez, sin relación con el pecado, a los que lo esperan para salvación.


para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, es probado por fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesús el Mesías;


Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado° lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él sea manifestado, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como es.


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