Y a pesar de tener la misma carne que nuestros hermanos, y de que nuestros hijos valgan tanto como los de ellos, sin embargo tenemos que vender como esclavos a nuestros hijos y a nuestras hijas. ¡Incluso algunas de nuestras hijas ya son esclavas! Y nada podemos hacer nosotros, porque nuestros campos y viñas pertenecen a otros'.
su amo lo presentará ante Dios, luego lo llevará al batiente o a la jamba de la puerta y le perforará la oreja con un punzón; y el esclavo quedará para siempre a su servicio.
Si no le gusta a su amo, que la había destinado para sí, éste permitirá que sea rescatada. Pero no tiene derecho a venderla a extranjeros, tratándola con engaño.