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Nehemías 2:3 - Nueva Biblia Española (1975)

3 pero contesté al rey: Viva su majestad eternamente. ¿Cómo no he de estar triste cuando la ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 pero le contesté: —Viva el rey para siempre. ¿Cómo no voy a estar triste cuando la ciudad donde están enterrados mis antepasados está en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 le dije al rey: '¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar triste si la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados está en ruinas y sus puertas, quemadas por el fuego?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 y respondí al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 pero dije al rey: '¡Viva el rey por siempre! ¿Cómo no ha de estar triste mi semblante, cuando la ciudad en que están los sepulcros de mis padres está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?'.

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Nehemías 2:3
21 Referans Kwoze  

Betsabé se inclinó rostro en tierra ante el rey, y dijo: ¡Viva siempre el rey David, mi señor!


El día séptimo del quinto mes (que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia) llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia.


Tenía treinta y dos años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén ocho años. Desapareció sin que nadie lo lamentara. Lo enterraron en la Ciudad de David, pero no en el panteón real.


Cuando Acaz murió no lo llevaron al panteón real de Judá, sino que lo enterraron en la ciudad, en Jerusalén. Su hijo Ezequías le sucedió en el trono.


Cuando murió Ezequías lo enterraron en la cuesta de las tumbas de los descendientes de David. Los judíos y la población de Jerusalén le dedicaron un gran funeral. Su hijo Manases le sucedió en el trono.


Incendiaron el templo, derribaron la muralla de Jerusalén, pasaron a fuego todos sus palacios y destrozaron todos los objetos de valor.


Me respondieron: Los que se libraron del destierro están en la provincia pasando grandes privaciones y humillaciones. La muralla de Jerusalén está desmantelada y sus puertas consumidas por el fuego.


Salí de noche por la puerta del Valle, dirigiéndome a la Fuente del Dragón y a la Puerta de la Basura; comprobé que las murallas de Jerusalén estaban desmanteladas y las puertas consumidas por el fuego.


Porque ¿cómo podré ver la desgracia que se echa sobre mi pueblo, cómo podré ver la destrucción de mi familia?


Tus siervos aman sus piedras, les duele hasta su polvo.


Los paganos temerán tu nombre; los reyes del mundo, tu gloria.


que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías.


tengo las espaldas ardiendo, no hay parte ilesa en mi carne;


El día diez del mes quinto (que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia) llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia.


Hundió en la tierra las puertas, rompió los cerrojos. Rey y príncipes estaban entre los gentiles. No había ley. Y los profetas ya no recibían visiones del Señor.


Respondieron los adivinos: ¡Viva el rey eternamente! Cuente su majestad el sueño y nosotros explicaremos su sentido.


¡Viva el rey eternamente!


Al saber lo que le ocurría al rey y a los nobles, la reina entró en la sala del banquete, y dijo: ¡Viva siempre el rey! No te turbes ni palidezcas.


Daniel le contestó: ¡Viva siempre el rey!


Entonces los ministros y sátrapas fueron a urgir al rey diciéndole: ¡Viva siempre el rey Darío!


Devastaré sus ciudades, asolaré sus santuarios, no me aplacarán sus aromas.


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